Marbella fuera del 'bling bling'
No todo es lujo en la capital de la Costa del Sol. Junto a la ostentación convive una ciudad más cotidiana y con menos pompa, pero llena de rincones encantadores. Anímese a descubrirlos
El lujo, la sofisticación y el glamur se dan cita cada verano en Marbella desde hace décadas. Los nuevos ricos han sustituido a apellidos de rancio abolengo, con más o menos fortuna, junto a socialites y celebrities, es decir, los famosos de toda la vida y de todos los pelajes. Junto a esta Marbella ecléctica y ostentosa –la capital del bling bling, nuestro brilli brilli hortera, pero más cool– convive una ciudad más cotidiana y con menos pompa, con rincones con encanto y direcciones casi secretas al lado del puerto, al borde del mar o entre las callejuelas de su precioso casco antiguo.
La capital del lujo de la Costa del Sol es también un lugar idílico para los amantes de los deportes náuticos o del golf. Unos 40 campos se concentran en un radio de 20 km y en marcos incomparables, entre el mar y la montaña, la gran desconocida de Marbella.
Desayuno. En un sitio como este, a buen seguro que muchos visitantes de postín desayunarán con diamantes, pero ni los reyes se resisten a un buen chocolate con churros. El rey Salman de Arabia Saudí, cuando era príncipe y antes de cambiar Marbella por Tánger como refugio, era devoto de la churrería Ramón, en la histórica plaza de Los Naranjos. Menos famosa, pero muy frecuentada por los lugareños por la calidad de sus porras es la churrería Marbella, en la plaza de la Victoria, también en el casco antiguo.
Playas. Con casi 30 km de litoral es fácil que encuentre una playa a su medida, muchas son urbanas o semiurbanas, así que si se cansa de tomar el sol y ponerse a remojo, puede darse una vuelta por el paseo marítimo o perderse en el precioso centro histórico de Marbella. ¿Un secreto? Entre la playa de Los Monteros y Cabopino están los arenales más salvajes –alguno nudista– y menos concurridos de Marbella. Parajes naturales, como las dunas de Artola y bosques de pinos que llegan hasta la misma playa, conforman un paisaje peculiar.
Tapeo. En el casco antiguo no se pierda los cuatro bares de la calle Estrecho y en el entorno del puerto deportivo y el Club Náutico encontrará numerosos chiringuitos donde disfrutar del típico pescaíto frito o de un buen espeto de sardinas como los que ofrece la freiduría La Venus, entre los mejores de Málaga. En la misma zona se encuentra uno de los restaurantes más emblemáticos de Marbella, Santiago, un clásico desde los año sesenta.
Un rincón. El maravilloso patio andaluz del restaurante The Farm. Ubicado en una antigua casona que data de 1502 en la plaza Altamirano, en pleno centro de la ciudad, ofrece cocina de mercado con productos frescos, locales y orgánicos. En su carta tiene una buena selección de vinos.
De tiendas. Si busca firmas internacionales y diseños exclusivos, las tiendas de referencia están en el cercano Puerto Banús. Las grandes cadenas y marcas más populares se distribuyen a lo largo de la avenida Ricardo Soriano y los comercios más chic, vanguardistas y originales están proliferando en el entramado de calles de la zona vieja de la ciudad. El paseo marítimo está atestado de comercios, pero no espere encontrar chollos.
Planes alternativos. Navegar en yate o jugar al golf son dos actividades bastante comunes en Marbella. Si no dispone de barco siempre puede alquilar un paseo por el mar (desde 18 euros por persona la hora), una cena romántica a bordo (75 euros) o una fiesta privada (60 euros por persona, una travesía de cuatro horas) en alguna de las empresas de turismo experiencial como Velerosturisticos.com.
En tierra firme, Marbella, situada en las faldas de la Sierra Blanca y a solo diez minutos en coche de la ciudad, ofrece la posibilidad de realizar increíbles rutas de senderismo, descenso de barrancos y actividades para los forofos de la montaña.
De terraceo. Con el cielo por techo y el mar por suelo, el Belvue Rooftop Bar del hotel Amàre Marbella Beach está de moda. Desde esta llamativa terraza con barandillas de cristal podrá contemplar preciosos atardeceres sobre el Mediterráneo mientras disfruta de un cóctel o una copa. Este sofisticado cuatro estrellas es solo para adultos.
Un capricho. El restaurante Skina, en la calle Aduar, también en el casco viejo y una estrella Michelin. Este coqueto y elegante local, propiedad del asturiano Marcos Granda, solo tiene capacidad para 25 comensales –en sala y algunas mesas a pie de calle– y únicamente ofrece cenas. Menú degustación de temporada –135 euros sin vino y sin IVA– formado por siete platos –dos de los cuales son postres–, entre ellos, navajas, vainas y gazpacho verde, arroz meloso de bacalao con brandada de kokotxas y, para terminar, sidra, fresitas, vainilla y sauco. Al frente de los fogones, Jaume Puigdengolas. El local dispone de una excelente bodega.
El descanso del guerrero. Una inmejorable ubicación a pie de playa, a un paso del casco histórico, a cinco minutos del puerto deportivo y a solo 7 km de Puerto Banús convierten a Fuerte Marbella en un hotel ideal para unas vacaciones en familia sin renunciar a ningún lujo.
Este cuatro estrellas que acaba de celebrar su 60 aniversario es un clásico y fue el primero que abrió sus puertas en el centro de Marbella. Casi todas sus habitaciones tienen bonitas vistas al Mediterráneo, cuenta con gimnasio, varias piscinas –una de ellas se cubre en invierno– y varios restaurantes como Los Olivos y Soleo, el nuevo must gastronómico de Marbella, sobre la misma playa.