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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las tres 'pes' de la hoja de ruta de Draghi para Europa

El presidente del BCE no retira de momento los estímulos monetarios

Prudencia, persistencia y paciencia. Con estas tres pes, Mario Draghi despachó ayer los rumores sobre la posibilidad de que Europa pueda comenzar el curso con una retirada de los estímulos monetarios. El presidente del BCE ha descartado la medida de momento ante la perspectiva de unos precios que se mantienen obstinadamente bajos y lejos aún del objetivo del 2% de inflación, por el efecto del precio del petróleo y la negociación salarial, lo que apunta a que el programa de compras de 60.000 millones mensuales se mantendrá probablemenete hasta diciembre o incluso más allá.

Draghi reconoció en su comparecencia que el crecimiento europeo se ha fortalecido y no ofrece ya los rasgos anémicos y endebles que ha arrastrado desde el final de la crisis. Con unas economías con el motor en marcha, aunque unas a mayor velocidad que otras, unos precios bajos y un horizonte de tipos de interés sin cambios, la receta que del BCE resulta ideal para empresas y familias, pero también hostil para el sector financiero. Los bancos seguirán teniendo que arreglárselas con un entorno de márgenes de negocio estrechos y apostando fuertemente por la optimización de los costes a través de la digitalización del negocio y de una reconversión del mapa de oficinas quemejore su competitividad.

Si tras la reunión del pasado mes de marzo, el aplomo del presidente del BCE parecía otorgarle el título del hombre capaz de derrotar la deflación en Europa, la prudencia de ayer apunta a que Draghi todavía no está seguro de que la inflación en Europa pueda crecer lo suficiente como para dejar que el barco navegue solo. Parte de sus tarreas pendientes, lo recordaba de nuevo ayer, es convencer a los Gobiernos europeos para que realicen las reformas estructurales que muchos de ellos tienen pendientes. No es el caso de España, cuya agenda reformadora no está terminada, pero sí ha sido sustancialmente avanzada con grandes dosis de sacrificio y con esfuerzo. El resultado es un crecimiento que ha colocado a España a la cabeza de Europa, pero que hay que reforzar y consolidar.

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