La Tienda de UO, la venta online con energía positiva: ¡a vivir que son sandías!
Nunca una frase hecha –o taytantas– ha dado tanto de sí y menos en una pulsera o un calcetín. En este caso, los mensajes de buen rollo son un próspero negocio, a punto de romper frontera
Levántate con el pie derecho. Persigue tus sueños. El que la sigue la consigue. Son algunas de tantas frases hechas que a todos nos han endilgado alguna vez, pero que en el caso de Marta y Elena pareciera que han seguido al pie de la letra; otros después de leer su historia pensarán que han nacido con una flor en el culo.
Ellas están seguras de que “juntas somos lo más”; la una a la otra se dicen que “contigo al quinto pino” y se sienten fuertes, “somos una piña”. No son pareja de hecho. Son socias y cofundadoras de La Tienda de UO –online–, un par de emprendedoras con mucho talento y más éxito.
Como quien no quiere la cosa, vendiendo pulseritas y muchos pares de calcetines con mensaje han sumado su primer millón de euros. Y las frases, siempre positivas, tienen mucho que ver en el modelo de negocio de Marta Córcoles y Elena Pérez, valencianas, arquitectas de formación y de natural, creativas.
Corría el año 2012, la crisis se había adueñado de la economía y ellas terminaban su carrera en la Politécnica de Valencia. Tenían 26 años y muchas ilusiones por delante.
Pulseras, calcetines, artículos cotidianos y de decoración para transmitir buen rollo
¿Salidas profesionales? “Como todo arquitecto que se precie, nosotras soñábamos con montar nuestro estudio”, explica Elena, y positivas, siempre positivas, lo crearon: Arquo. Los proyectos tardaron en llegar. Un encargo de un amigo para rehabilitar una vivienda les permitió estrenarse –y despedirse– en lo suyo.
“Después de eso no llegaba nada, seguíamos compartiendo el piso de estudiantes con otras dos chicas, el tiempo pasaba y muchos de nuestros amigos y compañeros hicieron las maletas para buscarse la vida”, recuerda Marta.
¿Y ahora qué? La fama de creativas y ocurrentes les precedía entre amigos y familiares y decidieron “hacer pulseras sin más pretensiones que pasar el verano entretenidas –continúa Marta–. Comprábamos las cintas en una mercería, les poníamos una frase de buen rollo y las regalábamos”. Empezaron con tres modelos y tres mensajes. Deja que se te vaya la olla, una de ellas.
Fue “un amigo con visión de negocio” –ironizan riéndose– el que les dio la idea de “ponerlas en Facebook y venderlas. Fue la locura”.
Cifras y letras
Mensajes. Frases positivas como que todo lo bueno te encuentre y se quede contigo o te quiero un huevo, para poner buena cara al mal tiempo. En 2012, la crisis económica había echado a andar con paso firme y ellas, las frases, fueron el leitmotiv del embrión de un incipiente negocio.
Facturación. 1.200.000 euros en 2016, un 60% más que en el ejercicio anterior. El 85% de los ingresos procede de las ventas en puntos de distribución y el 15% a través de internet.
Producción. Más de 330.000 unidades en 2016, de las que 200.000 fueron calcetines; 100.000 pulseras; 24.000 cojines, y el resto, otros artículos de decoración o de uso cotidiano.
Puntos de venta. Más de 500 en toda España, entre los que se incluyen grandes superficies como El Corte Inglés, la Fnac, Vips o tiendas Natura.
Casi en paralelo “habíamos creado “un blog, también con mensajes positivos, y una web muy rudimentaria para mostrar nuestros diseños”. El nombre del estudio perdió el ARQ y la incipiente tienda online se quedo con la UO.
“No dábamos crédito”, recuerda. Tampoco daban abasto con la demanda. Se me va la pinza. Cualquiera perdería el norte, pero ellas no. Juntas en cada paso. “Recorrimos un montón de imprentas por todo Valencia hasta encontrar una que nos grabara las frases en las cintas de las pulseras”, apostilla Elena. Somos un equipo.
Al principio, “hicimos una pequeña tirada de 25 pulseras que vendíamos a 3,50 euros en la web, el pago era por PayPal y nos quedaba un margen del 50% más o menos”. Pero en nada de tiempo “tuvimos que ir a la imprenta cada día y a veces hasta dos y tres veces diarias a encargar nuevos pedidos. Era increíble, muy loco todo –risas–”. ¡Haz lo que amas!
El verano llegó a su fin. “No teníamos idea de cómo montar un negocio, ni en nuestra familias hay antecedentes”. Cree en ti, hoy puedes con todo.
Se acabó el verano, pero no se quedaron en blanco. Se les ocurrió trasladar las frases de las muñecas a los pies y poner mensajes en los calcetines para regalar en Navidad. Empezaron con dos modelos, por eso de levántate con el pie derecho. Y aquello fue empezar y no parar.
Acertaron de pleno con el producto porque hasta entonces no había calcetines con mensaje. Deja huella.
Seguían en el piso compartido “y allí estaríamos casi un año. El trasiego de cajas y de pedidos era tremendo. Las cajas no cabían, se amontonaban y los mensajeros también”. Y seguían trabajando solas: “Todo muy rudimentario, muy de andar por casa”, apunta Marta. Y tuvieron una ocurrencia más: trabajar por campañas (San Valentín, Día del Padre, Día de la Madre). Un chollo.
Y se dieron cuenta que “no es tan fácil montar un negocio y hacerlo bien”. Te caíste del guindo. Perdieron pedidos porque no tenían infraestructura para hacer frente a lo que se les vino encima, buscaron asesoramiento y proveedores para mejorar la calidad de los calcetines; pensaron que había que segmentar las ventas –modelos unisex y para ellas y para ellos– “y todo lo hicimos a puerta fría, a ciegas y solas. Fue muy difícil y muy duro, pero nunca pensamos en renunciar, empezamos a trabajar con varios proveedores a la vez ”, tercia Elena.
Llegados a este punto hay que tirarse a la piscina. Y tienen que buscarse un nuevo local, más grande. Se compran un piso en Ruzafa, en el centro de Valencia, una zona de moda, con muchos artistas y locales de diseño.
“Nos enamoró nada más verlo, pero se nos iba de presupuesto. Lo reformamos y decidimos hacer coworking y alquilar espacios de trabajo para autofinanciarnos. La casa se nos llenó de emprendedores, casi todo mujeres. Fotógrafos, coaching, diseñadores... Fue una experiencia, humana y profesional, muy enriquecedora”, apunta Marta.
¿Miedos? “¡Claro! Siempre está la posibilidad de que te copien o te engullan... pero la creatividad no se puede copiar y el buen rollo tampoco. Lo nuestro es hacer que los productos cotidianos transmitan emociones”. Más energía positiva. Además de su producto estrella, los calcetines y las pulseras, venden online artículos de decoración –fundas cojines, láminas, marcos de fotos y kits de regalo–. Todo en apenas cinco años. ¡Que me quiten –a ellas– lo bailao!
Para llegar muy lejos
Menos límites, más metas. Con un negocio sobre ruedas, los próximos retos que afrontan las fundadoras de La Tienda de UO es abrir una física y su internacionalización. Para el primer proyecto aún no tienen plazo, pero sí saben cómo lo quieren: “Muy alegre, con un diseño muy pensado, donde la arquitectura juegue un papel importante”, coinciden Marta y Elena.
El segundo está en marcha y comenzará en Italia: “Ya compran algo, pero queremos que todos los artículos lleven las frases en los idiomas respectivos y que, como en español, signifiquen algo para la gente. No se puede traducir por traducir. Lo que tiene sentido en España a lo mejor no se entiende en otro país, ni siquiera en Latinoamérica, que podría ser nuestro mercado natural por el idioma. Los códigos lingüísticos son distintos aunque hablemos la misma lengua”, explica Elena.
Y también está “el tema de aduanas, contratos, pagos”. La experiencia les ha enseñado que “pasar de estudiantes a emprendedores y empresarias, aprendiendo sobre la marcha, no es fácil”.
Perdiendo se aprende. En su primer año, recuerdan, “nos equivocábamos en los márgenes, en el stock, nos quedábamos muy rápido sin existencias; no sabíamos cómo gestionar los pedidos de las grandes tiendas como El Corte Inglés o los Vips y perdimos ventas”.
Su plan más mimado es lo que llaman Talento UO. Un proyecto por y para que sus trabajadores (18 en plantilla) puedan formarse y hacer una carrera profesional.
Despacito y con buena letra “vamos a construir la empresa en la que siempre te hubiera gustado trabajar”, apunta Marta. Para ellas, “el equipo lo es todo (fotógrafos, creativos, producción, compra, almacén).Sin ellos y sin nuestras familias no hubiera sido posible”.
Y con los pies en el suelo aseguran que “el tema de las frases es una moda y pasará”, pero ¿quién dijo miedo? “Cuando llegue el momento habrá que reinventarse”, mientras tanto, ¡a vivir que son sandías!, el lema de su refrescante y animada colección de verano.