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Tribuna
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Un verano de récords turísticos... ¿y después?

Si España quiere mantener su potencial, necesitará combinar calidad y cantidad de oferta

EFE

El turismo es uno de los sectores productivos clave en la economía española. La ubicación, el clima, la amplia oferta gastronómica, las playas y los precios asequibles (en comparación a los principales países europeos) hacen de nuestro país uno de los destinos favoritos de los viajeros. España es, de hecho, el tercer país que más extranjeros recibe de todo el mundo, superado por EE UU y Francia.

Durante los meses veraniegos de 2016 se lograron datos históricos: en junio recibimos 7,6 millones de visitantes, 9,6 millones en julio y 10,1 millones en agosto, y conseguimos así la cifra más alta de turistas registrados en un mes de toda la historia de España.

Los Analistas Financieros Internacionales (Afi) basaron estos brillantes registros en factores externos, como la “inestabilidad geopolítica de los principales competidores del Mediterráneo, como Egipto y Turquía, y la bajada del precio del petróleo, que a su vez repercutió en una disminución del coste de los desplazamientos turísticos”

Las perspectivas para este verano son, si cabe, todavía más halagüeñas. Carteles de completo, terrazas llenas, paseos marítimos concurridos y contratos temporales serán los ingredientes de esta época estival. A falta de datos oficiales, todos los indicadores apuntan a que se batirán los datos de 2016 y, además, algunos elementos que se vaticinaba que podían repercutir directa y negativamente sobre el turismo español, como el brexit, no lo harán… Al menos este verano.

Sin embargo, la pregunta es: ¿España podrá continuar atendiendo adecuadamente a la ingente cantidad de turistas que no para de crecer año a año? A día de hoy, ya se han impuesto –o están en proceso de hacerlo– algunas restricciones a los viajeros en algunas ciudades españolas. El caso más sonado ha sido la particular batalla que está librando el Ayuntamiento de Barcelona, dirigido por Ada Colau, contra Airbnb, un servicio de alojamiento colaborativo.

En esta línea, en otros lugares de España, como Ibiza, ya se han experimentado algunos de los efectos negativos ocasionados por la no implementación de políticas turísticas adecuadas al contexto actual. Así, se han producido una serie de desequilibrios que han terminado afectando a la vivienda, dado que se ha encarecido de sobremanera las rentas. Y la historia no termina ahí. Hace unas semanas se hablaba de una crisis profesional, pues médicos y profesores se negaban a desplazarse a Ibiza para vivir, precisamente por carecer de recursos económicos para asentarse en la isla.

En esta tesitura… ¿qué se puede hacer para revertir el panorama futuro? Principalmente se debería aumentar sensiblemente las iniciativas destinadas a fomentar el turismo interior. El visitante extranjero, agotado de las aglomeraciones, debería disponer de todas las facilidades para encontrar una oferta sugerente en línea con las actividades propias de esta modalidad. El turismo de aventura, cultural, gastronómico, rural, etc., ya se está explotando más allá de nuestras fronteras, precisamente para evitar la masificación descontrolada y sus efectos perniciosos. Y la realidad es que aquí no se está explotando como se debería, algo bastante llamativo atendiendo al criterio básico de que en España poseemos una de las ofertas más variadas en estas actividades. En este punto jugarán un papel fundamental las compañías hosteleras y los órganos representativos del Gobierno, los principales responsables e interesados en descubrir a los visitantes que en España hay mucho más que paella, playa o tinto de verano.

Si se sigue esta línea se podrá, además, combatir otro de los factores que ponen en riesgo el bronce de España: la estacionalidad. Este marcado fenómeno, caracterizado, entre otras cosas, por inflar la tasa de empleo y afiliados a la Seguridad Social durante escasos cuatro meses, provoca que el gran grueso de turistas que visita España se concentren sobre todo durante los meses de verano e invierno. Un sensible aumento de la demanda de turismo interior podría distribuir de modo más eficiente el número de visitantes extranjeros y evitar, así, la masificación y sus efectos negativos: encarecimiento de las viviendas, toma de políticas restrictivas, etc.

Se presume que para este verano y de cara al cierre de 2017 se batan todos los registros turísticos, sin embargo, si España quiere mantener el puesto de superpotencia turística, será crucial que se emprendan políticas a medio y largo plazo que busquen combinar cantidad y calidad.

César Chiva es profesor de la Universidad Complutense de Madrid y CEO en Executive Forum.

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