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El merecido revés de Theresa May y el bréxit duro

Después de que el Partido Conservador consiguiera 330 escaños en la Cámara de los Comunes en las elecciones generales de 2015 (una mayoría absoluta por 17 escaños), los políticos británicos empezaron a cometer crasos errores. David Cameron estaba convencido de su invincibilidad tras la derrota de los nacionalistas en el referéndum por la independencia en Escocia en 2014 y su mayoría absoluta. Pensó que la devolución de algunos poderes de la UE al Reino Unido sería suficiente para mantenerla en el club comunitario. Theresa May, que hizo campaña a favor de permanecer a la UE, remplazó a Cameron. Durante meses engañó a la opinión pública sobre la realidad del Brexit. Nunca presentó cifras ni una estrategia para el cheque del divorcio que Londres tiene que pagar a la UE. Creó la ficción de que el Reino Unido negociaría acuerdos de libre comercio con muchos países antes de concluir el Brexit -- algo ilegal y que la UE en bloque rechazó. Desarrolló una política económica populista, destacando la necesidad de desarrollar una política industrial por parte del estado, apelando a la población del Reino Unido profundo mientras prometía a líderes extranjeros que el Reino Unido sería una economía abierta con una fiscalidad mínima -- casi un paraíso fiscal.

Amenazó a la UE con no desembolsar cantidades a la UE con las cuales el Reino Unido se había comprometido legalmente, y cuando fue recriminada por Bruselas intentó jugar la carta de una supuesta interferencia extranjera en las elecciones de hoy. Quería una mayoría más amplia supuestamente para tener más margen para negociar el Brexit duro, la salida absoluta del mercado único por parte del Reino Unido. Llevó a los británicos a las urnas por tercera vez en 3 años en unas elecciones anticipadas completamente innecesarias, calculando que el extremismo ideológico del líder laborista Jeremy Corbyn conllevaría un desastre electoral del principal partido de la oposición.

Su campaña fue un fiasco total. No participó en uno de los debates televisivos con los líderes de los otros partidos. Realizó un cambio de postura radical sobre la financiación de la atención a las personas mayores. Prometió más recortes, mientras que Corbyn conectó con el electorado joven. Su debilidad ante dos atentados cobardes fue evidente. ¿Por qué no salió a la calle como lo hizo Rudy Giuliani en 2001 en Nueva York? Su excesiva dependencia de un núcleo pequeño de asesores también ha sido dañina. El colmo fue presentarse como la garante de la seguridad cuando disminuyó la financiación a la policía de forma sustancial durante su etapa como ministra del Interior.

Desgraciadamente, los británicos se enteraron por la prensa que diversos terroristas vinculados a los atentados de Manchester y Londres habían sido identificados como radicales pero no detenidos por unas fuerzas del orden con insuficientes recursos para vigilar a todos los yihadistas en el Reino Unido.

Si se confirma que el partido Conservador ha perdido su mayoría absoluta y más de 20 escaños, debería dimitir inmediatamente. Ha perdido mucha credibilidad ante todo el pueblo británico. Aunque logre una mayoría relativa para los Tories, solamente los partidos unionistas de Irlanda del Norte pueden respaldarle en la Cámara de los Comunes. Por otro lado, es altamente improbable que los laboristas, liberal-demócratas, Partido Nacionalista Escocés y Verdes se pongan de acuerdo y formen un gobierno que tampoco contaría con una mayoría absoluta.

Un gobierno Tory sin mayoría absoluta con una desacreditada May a la cabeza sería un desastre, al igual que uno encabezado por el neomarxista Jeremy Corbyn. Esperemos May dimita y dé paso a un primer ministro Tory moderado y con carisma.

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