Best Western quiere abrir 23 nuevos hoteles en España en cuatro años
La cadena se centrará en crecer en Madrid y Barcelona Busca ubicaciones en ciudades con tráfico aéreo internacional
La cadena norteamericana de hoteles Best Western encara una nueva etapa en España tras una profunda transformación acometida en los dos últimos años. La matriz decidió reorganizar todo su negocio en España y Portugal, muy atomizado en hoteles de distintas categorías. “El problema es que el negocio se había hecho tan grande y tan heterogéneo que teníamos hoteles de 3, 4 y 5 estrellas y era necesario reagruparlo y clasificarlo en distintos segmentos”, apunta Oriol Maresch, director de desarrollo y operaciones para España y Portugal de Best Western, en una entrevista con CincoDías.
Best Western no tiene hoteles en propiedad ni tampoco los gestiona. El principal valor añadido que aporta es la marca y sus centrales de reservas a sus clientes asociados. En la revolución acometida hace dos años, la matriz estadounidense exigió a todos sus asociados una inversión importante para cambiar la imagen y adaptarse tecnológicamente a la matriz. Una obligación que redujo la presencia a siete hoteles en la península, con cinco en España (tres en Barcelona, uno en Madrid y otro en Salobreña) y dos en Portugal (Faro y Oporto). Los siete establecimientos que se han quedado se han reorganizado en cuatro categorías (Best Western, Plus, Premier y Premier Collection) y dos marcas (Executive Residency para apartahoteles y VID para hoteles boutique).
“Una de nuestras prioridades es Lisboa y estamos analizando seis inmuebles en el Algarve”
Digerido el cambio, Maresch subraya que es hora de poner en marcha el plan de expansión, que pasa por crecer de 7 a 30 hoteles en cuatro años. En realidad supone regresar a los niveles previos a la transformación, en los que la cadena norteamericana llegó a tener ese mismo número de establecimientos con su marca y una planta cercana a las 3.000 camas. Un objetivo que no parece fácil de alcanzar, pero que Maresch considera que se hará en un tiempo récord por el retorno que han obtenido aquellos hoteles que siguen con la marca Best Western. “Los que se han quedado han visto como la facturación aportada a través de nuestros canales de reserva ha crecido un 35%”, apunta. En concreto, la cadena aportó un volumen de negocio a sus siete establecimientos en la Península Ibérica de 3,12 millones de euros, lo que supuso 800.000 euros más que en 2015.
¿Dónde estarán situados esos nuevos hoteles? “Las principales localizaciones que nos interesan son Madrid y Barcelona. Estamos a punto de cerrar dos inmuebles, uno en el centro de una de esas ciudades y el otro en un aeropuerto. Tenemos muchas negociaciones abiertas y es posible que en España se pase de cinco a ocho hoteles ya este año”, recalca. Pero el directivo reconoce que no se quiere poner límites. “Queremos hoteles cercanos aeropuertos con tráfico global”. Y eso supone ampliar el foco a otras ciudades como Bilbao, San Sebastián, Valencia, Sevilla, Málaga, Zaragoza o Santa Cruz de Tenerife.
Al margen del mercado español, Portugal sigue siendo prioritario debido en gran medida a la reducida presencia (un hotel en Faro y otro en Oporto). Lo más urgente, según Maresch, es entrar en Lisboa, donde no cuenta con ningún establecimiento y en la que las perspectivas de crecimiento del turismo son de las más elevadas en Europa. “Ahora mismo tenemos seis hoteles en el Algarve en análisis y en muchos de los casos el interés ha venido de los hoteleros”, matiza. Pese a ello, el principal socio de la cadena norteamericana en Europa sigue siendo Francia, que tiene 310 de los 1.200 hoteles asociados en la UE.