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Receta para saborear al máximo el Bajo Ampurdán

Desde la villa medieval de Pals, el puerto pesquero de Palamós o la costa escarpada de S’Agaró La comarca se localiza en la parte meridional de la Costa Brava, en la provincia de Girona

Casco histórico gótico de la villa de Pals.
Casco histórico gótico de la villa de Pals.

El propio escritor y periodista Josep Pla fue un enamorado de su tierra. De sus acantilados abruptos, de sus bosques de pinos que se prolongan hasta el litoral para ocultar pequeñas calas bañadas por el Mediterráneo. “El mar hace una constante compañía. Su diversidad llena, incansable, todas las horas del día y de la noche”, citaba el escritor en su obra Viaje en autobús, mientras recorría los paisajes de la Costa Brava.

Vamos a zambullirnos en lo más profundo de esta zona, bautizada Brava por otro periodista, Ferran Agulló, asombrado por su aspecto salvaje esculpido por el granito. En la parte meridional se localiza la comarca del Bajo Ampurdán. Aquí, el cielo luce despejado por la tramontana sobre el macizo de Les Gavarres o el Montgrí, de colinas suaves y cimas redondeadas que miran hacia un litoral heterogéneo con largos arenales o recónditas caletas.

Desde la villa medieval de Pals, la herencia marinera de Palamós o los parajes que desde hace un siglo seducen a la burguesía catalana en S’Agaró. Vamos a explorar los paisajes y cultura del Baix Empordà, a mezclarnos con su gente y saborear su laureada gastronomía, desde el arroz de Pals a la gamba de Palamós.

“Pals no merece una visita, sino cien visitas, porque su ubicación ofrece la posibilidad de ver uno de los paisajes más bellos e inolvidables del país”. Se refería Josep Pla, maestro observador y antecesor a los gurús del turismo slow, a la panorámica que se contempla desde el mirador que lleva su nombre en Pals, en lo alto de la colina donde se encarama la villa.

Desde aquí se divisa la llanura coloreada por pequeños pueblos medievales, parcelas dominadas por masías y campos de cultivo entre los que destacan los arrozales. El macizo del Montgrí hace de antesala a los Pirineos, que difícilmente se perciben en la lejanía.

En la costa, el gran arenal de Pals, con sistemas dunares, pinares y marismas protegidas, conduce nuestra mirada hacia las islas Medes, dentro del Parque Natural del Montgrí y el Bajo Ter. Este entorno es perfecto para disfrutar con diferentes actividades en familia, desde paseos en bicicleta, en segway, senderismo o submarinismo.

Antes de llegar al mirador, recorreremos primero las callejuelas de este conjunto gótico, conocido como el Pedró, en estado ruinoso hasta finales de los años cuarenta y reconstruido gracias a la labor del doctor Pi Figueras, del alcalde Pere Servià y a subvenciones de la Diputación de Girona. El resultado es uno de los cascos antiguos mejor conservados de la comarca que atrae cada año a miles de turistas, especialmente americanos y canadienses aficionados a la pintura para dibujar sus fachadas pobladas de buganvilla.

La piedra arenisca, omnipresente en su arquitectura de mampostería, refleja los rayos del sol adoptando tonalidades ocres y doradas. Desde la plaza Mayor se llega a la iglesia de San Pedro, del siglo X, atravesando el pórtico de la villa. El campanario del templo solo es eclipsado por la Torre de las Horas (siglos XI y XII), último vestigio del antiguo castillo, protagonista en la silueta de la villa desde la llanura ampurdanesa.

Tomemos rumbo sur para descender por la costa 20 kilómetros hasta Palamós, un pueblo abierto a la extensa bahía que lleva su mismo nombre.

El rey Pedro II el Grande mandó construir en 1277 este puerto estratégico con el afán de expandir su poderío naval y desde entonces ha quedado plenamente encomendado al mar. La playa y el puerto están dominados por un promontorio donde se emplaza el casco antiguo, también medieval, con una red de callejuelas estrechas y en pendiente de intensa actividad comercial.

Antes del atardecer, el bullicio se apodera del puerto, que recibe la llegada de los barcos de pesca dispuestos a descargar sus pescados y mariscos tras el día faenando. Para los que no estén acostumbrados a contemplar esta pintoresca escena, supondrá todo un espectáculo, aderezado por el carácter tosco y a la vez cercano de los marineros; basta con ver la cantidad de curiosos que se apilan en torno a la lonja. Pero el ambiente marinero no termina aquí en el puerto, ni mucho menos.

Situado junto a la lonja, el Museo de la Pesca muestra el pasado, el presente y el futuro de esta actividad milenaria en Palamós, que recibió el pasado año 45.000 visitantes. Vinculado al museo y a la cofradía de pescadores, el Espacio del Pescado organiza diferentes actividades para acercar la pesca al público, desde la salida al mar hasta la degustación en el plato.

En el aula gastronómica se imparten diferentes talleres y clases para identificar, preparar y cocinar el pescado. También se realizan visitas guiadas al museo y la lonja, show cooking o degustación. La pescaturismo consiste en acompañar a los marineros en su salida al mar para pescar. Tiene un precio de entre 66 y 86 euros y en 2016 contó con 100 asistentes.

Seguimos nuestro periplo ampurdanés para arribar a Castillo y Playa de Aro, a 10 kilómetros en dirección a Barcelona. Este municipio está integrado por varios núcleos incorporados al más antiguo de ellos, Castillo de Aro. Este pueblo se ha desarrollado en torno al castillo de Benedormiens, del siglo XI, restaurado con mimo y que abre sus puertas a los visitantes. A la fortaleza le acompaña la iglesia de Santa María, de estilo gótico tardío, y la casa rectoral.

En la costa se localiza Playa de Aro, al borde de un extenso litoral de arena dorada. Este es un pueblo conocido en toda la Costa Brava por su ambiente, ya sea nocturno, en torno a sus bares, restaurantes y discotecas, o diurno, con una extensa zona comercial donde se encuentran las principales marcas de ropa.

El pueblo cuenta a su vez con 33 hoteles con 4.500 plazas y cuatro gigantescos campings con hasta 11.000 plazas. Limitando con la localidad de Sant Feliu de Guíxols, sobre un rocoso promontorio que se precipita sobre el Mediterráneo, se levanta la urbanización de S’Agaró.

El camino de ronda bordea este complejo, antiguo sendero de vigilancia marítima, con preciosas vistas de la rugosa costa de granito atravesando recónditas calas salpicadas por pinos y tamarindos, como Cala Pedrosa. Hoy forma parte de la GR-92, que conecta toda la costa mediterránea.

La urbanización nació en 1924 de la mano del burgués catalán Josep Ensesa y del arquitecto Rafael Masó, que levantó las primeras villas de estilo renacentista, que no tardaron en atraer a las familias catalanas más acaudaladas y a directores norteamericanos para rodar escenas de sus películas. Destaca la plaza del mirador, un romántico lugar donde se ruedan spots publicitarios.

De los arrozales a los antiguos caladeros de pesca

Los humedales en la desembocadura del río Ter, junto a Pals, son el escenario idóneo para el desarrollo de la actividad agrícola de mayor importancia en el Bajo Ampurdán: el cultivo del arroz, el famoso Arròs de Pals. El microclima de esta zona hace que el producto cobre mayor resistencia y un sabor particular, destacando las variedades bahía, bomba, carneroli y nembo.

En las tradicionales barracas de estos humedales aún se prepara el clásico arroz a la cazuela, plato típico ampurdanés, regado por los vinos de la Denominación de Origen Empordà. De postre, por supuesto, no podían faltar los deliciosos brunyols de l’Empordá (buñuelos) y una copa de ratafía, el clásico licor de la región.

En el municipio de Pals, Es Portal es un bonito hotel y restaurante situado en una masía del siglo XVI y especializado en arroces de las variedades cultivadas en Pals.

De la llanura nos vamos al mar, y ahí el Bajo Ampurdán tiene mucho que decir gracias a sus excelentes pescados, como el ganxó o el pescado de roca, y mariscos, como la gamba de Palamós, que merece un capítulo aparte. De cuerpo rojizo y textura firme es, junto al arroz de Pals, el producto estrella de la región, sometido a estrictas normas en su proceso de pesca, manipulación y tratamiento hasta llegar al consumidor.

El chef Antoni Izquierdo es fiel defensor y experto en esta gamba que prepara en su restaurante Mas dels Arcs, en Palamós, a la piedra o hervida.

Mariscos de la zona.
Mariscos de la zona.

Guía de viaje

Cómo llegar. El Baix Empordà es una comarca situada en la parte meridional de la Costa Brava, en la provincia de Girona. Pals se encuentra a algo más de hora y media por carretera desde Barcelona y a 45 minutos desde Girona.

En familia. El Parque Natural del Montgrí, las Islas Medes y el Bajo Ter es, por su suave orografía, el lugar más indicado para disfrutar realizando actividades en familia como senderismo, ciclismo o segway por los arrozales.

Agricultura biodinámica. En el valle de Aro, Les Eroles es una granja que apuesta por la agricultura biodinámica con productos totalmente ecológicos sacados de la huerta. Destaca su multitud de variedades en mermeladas.

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