Trump deja una estela de rumores tan grande como la del Air Force One
Bienvenidos a la comunicación política del siglo XXI. Donald Trump ha pasado por Bruselas sin hacer una sola declaración ante la prensa. Pero ha dejado tres tuits, imágenes entre jocosas y vergonzantes y un estela de filtraciones y rumores casi tan grande como la de keroseno del Air Force One.
Aparte de las sonrojantes imágenes y del breve discurso de inauguración de un monumento a las víctimas del 11-S, el resto de información sobre la primera visita del presidente de EE UU a la capital europea es un cúmulo de filtraciones de parte imposibles de contrastar porque el equipo de Trump ignora a los medios de comunicación tradicionales.
La falta de información fiable abre el camino hacia una charca de rumores en la que todo vale, a sabiendas de que nadie confirmará ni desmentirá nada porque el presidente de EE UU se encuentra cómodo en esas aguas cenagosas.
Fuentes francesas aseguran que Trump le dijo a Macron que él era su candidato, y no Marine Le Pen, en las presidenciales francesas, apoyo factible porque ambos presidentes han logrado desplazar a la jerarquía de los partidos tradicionales.
Fuentes europeas dicen que Trump criticó a Alemania por vender tantos coches en EE UU, queja verosímil porque ya la hecho en público.
Fuentes comunitarias afirman que Trump mostró preocupación por la pérdida de puestos de trabajo que el 'brexit' puede provocar en EE UU, inquietud sorprendente en un líder que celebró la salida del Reino Unido de la UE.
Fuentes bruselenses susurran que Trump durmió en la embajada de EE UU ante la UE mientras que Melania Trump y el resto de la delegación se alojaban en un hotel cercano.
Fuentes, fuentes, fuentes, pero la realidad es la que Trump ha creado con su presencia, sus palabras y sus tuits. Y la cortina de filtraciones humeantes no logra tapar que Trump sigue sin apoyar el TTIP, que no se ha comprometido con el Acuerdo sobre clima de París y que no ha respaldado el artículo V sobre ayuda mutua de la OTAN.
Su resumen de la visita a Bruselas lo ha dado hoy nada más llegar a Taormina. Un tuit en el que asegura que "el viaje ha sido un gran éxito. Hemos ahorrado a EE UU miles de millones de dólares [aparente alusión al incremento de gasto militar que ha exigido a Europa] y hemos creado millones de puestos de trabajo [¿por el mayor proteccionismo frente a Alemania?]".
El septuagenario millonario ha dejado atrás a los periodistas del siglo XX, pegados a un plasma en el que sólo pueden especular sobre el significado de un gesto, intentar interpretar el color de los nudillos tras un apretón de manos y recoger las migajas de unas reuniones a puerta cerrada a las que Trump da mucho menos importancia que a su puesta en escena ante las redes sociales. Continente sin contenido que le sirve para marcar el paso a enemigos y aliados.
Trump ha impuesto su estilo de comunicación y sus interlocutores se dedican a decir que dijo mientras él se reserva la última palabra, el último tuit y el penúltimo exabrupto.