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Papá, ¿y el abuelo? En clase de Filosofía

Los centros rebajan el requisito de edad mínima para atender la creciente demanda de prejubilados

Gema Faura, prejubilada bancaria y estudiante de Filosofía Clásica en el instituto Francesco Petrarca de Madrid.
Gema Faura, prejubilada bancaria y estudiante de Filosofía Clásica en el instituto Francesco Petrarca de Madrid.Juan Lázaro (Cinco Días)

Hace un año, cuando el Banco Santander la prejubiló, Gema Faura sopesó terminar el doctorado en Economía y Finanzas que había dejado inconcluso en 2008. Pero después de 37 años debatiéndose entre fondos de inversión, posiciones de tesorería y riesgos financieros, concluyó que seguir profundizando en su especialidad no tenía mucho sentido. Era mejor indagar en nuevos mundos. Por ejemplo, filosofía clásica o historia de la cultura europea.

La exbanquera, que a lo largo de su carrera ha trabajado también para La Caixa e IBM, se apuntó a cursos de estas materias y neurolingüística en el Instituto de Humanidades Francesco Petrarca en Madrid. “Tengo dos hijos de 31 y 27 años que están acostumbrados a verme siempre estudiando, pero el que haya saltado a temas tan distintos ha sido para ellos una sorpresa”, comenta.

Faura, de 59 años, pertenece a un creciente colectivo de personas mayores, con cualificaciones altas y experiencia principalmente en el campo de las ciencias y los negocios, que aprovechan la jubilación para volver a las aulas y formarse en asuntos que siempre les interesaron. “Darte cuenta de que el tiempo ya no es tu enemigo sino tu amigo es un cambio tremendo que no te puedes ni imaginar”, apunta.

“El tren de vida que llevamos deja poco espacio para el cultivo de las humanidades, que van quedando relegadas en las prioridades de quienes hemos estudiado carreras técnicas. Disponer de tiempo libre en esta etapa de mi vida para asistir a cursos sobre esta maravillosa área del conocimiento es un lujo”, coincide Fernando Moreno, ingeniero de caminos de 55 años, quien se ha apuntado a clases de cultura europea, socialismo y ópera, también en Francesco Petrarca.

Oferta insuficiente

Cristina Alonso, directora del instituto, dice que hay una demanda “desconocida, oculta” de cursos de humanidades entre profesionales mayores de 55 años que las universidades, sobre todo las públicas, no están atendiendo adecuadamente. “La oferta es insuficiente y la que existe no tiene mucho nivel académico”, sostiene.

Hace cuatro años, Alonso y un grupo de estudiantes de programas para mayores detectaron ese déficit y decidieron cubrirlo con la creación de Petrarca. Empezaron su primer curso con 210 alumnos y van a finalizar este, el cuarto, con cerca de 500.

El instituto, que el próximo curso ofrecerá 32 programas en las áreas de cultura, neurociencia y comunicación y creatividad, se diferencia de sus competidores universitarios en que admite estudiantes de todas las edades y no solo mayores de 55. “Ese límite no lo entiendo. Si este no es un centro reglado, lo importante es que al estudiante le guste la formación que ofrecemos, qué más da la edad”, subraya Alonso, aunque la edad media en Petrarca se sitúa en torno a los 60. El 86% de sus matriculados tiene título universitario.

El nivel de los educandos supone todo un reto y una motivación extra para los profesores, que tienen delante alumnos muy interesados en la temática del curso: hacen preguntas más complejas, piden que se les recomiende libros, quieren asistir a coloquios y exposiciones… “No vienes en busca de un título, vienes porque quieres aprender, y para eso es muy importante que el profesor sea bueno”, señala Faura.

El nivel académico de los estudiantes sénior y su gran interés por aprender suponen un reto para el profesorado

Petrarca intenta constituirse en una alternativa no reglada a las universidades de mayores, que son ya habituales en la oferta académica de España. Entre las privadas destaca la de la Universidad Pontifica Comillas ICAI-ICADE, que abrió sus puertas en 1999-2000. Los alumnos de la primera promoción fueron 74. Hoy, entre los matriculados en el curso completo y los que asisten a los seminarios, suman unos 500. Aquí sí hay requisito de edad: haber cumplido 50. El programa consta de cinco cursos, con 12 asignaturas cada uno, 4 de ellas obligatorias (literatura, historia, filosofía y arte).

Dueños de su tiempo

Las asignaturas más demandadas son las de corte humanístico, preferencia que Ángelo Valastro, director del programa, atribuye a que tras pasar los 50 años las personas empiezan a hacerse preguntas difíciles. “Muchos de nuestros alumnos, además, tienen una formación científico-técnica y una gran experiencia profesional, que no les ha permitido dedicarse como hubieran deseado al estudio de otras ramas del conocimiento. Ahora, en cambio, son dueños de su propio tiempo”, añade.

La edad media de sus alumnos supera por muy poquito los 60 años y la titulación académica con la que llegan es cada vez más alta. Carmen Toledo, de 68 años, es uno de esos casi 1.000 alumnos. Hace dos años se jubiló después de 30 vendiendo seguros y decidió matricularse en el programa. “La variedad de asignaturas es tremenda. Este año me he apuntado a grandes religiones e historia del cine. Además, organizan muchas actividades extracurriculares y seminarios interesantísimos”, refiere.

Título simbólico

En el programa para mayores de la Universidad Pontifica Comillas ICAI-ICADE no hay exámenes ni deberes para casa, la asistencia no es obligatoria y el diploma que se recibe al final es simbólico.

Otros centros privados con estos programas son el CEU San Pablo y el CES Cardenal Cisneros. Entre las públicas, la Autónoma de Madrid lleva 14 años impartiendo su Programa Universitario para Adultos Mayores (PUMA), que en el curso 2012-2013 se convirtió en un título propio, con un precio de matrícula inferior al usual. El programa rebajó la edad de acceso a 50 años, “ya que cada vez son más los prejubilados que desean matricularse”, señalan.

La edad media de sus estudiantes es de 62 años. El 59% son mujeres y la mayor parte jubilados, aunque en los últimos años ha aumentado el número de personas en activo y prejubilados.

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