El BCE también pregunta al sector sobre Popular
Las entidades financieras pasan por el Banco Central. Saracho envía a Nouy el plan de capitalización
El futuro de Banco Popular sigue acaparando el protagonismo dentro del sector financiero. Sigue siendo la pieza que no termina de encajar en el puzzle del mapa financiero. Su futuro es incierto, aunque todo apunta a que podría pasar a manos de otro banco en los próximos meses. Las cinco principales entidades han comenzado ya a analizar los números de la entidad que preside Emilio Saracho.
El banco ha contratado a JPMorgan, Lazard y a Société Générale (SG) para que inspeccionen todas las alternativas para la entidad, desde su venta hasta una ampliación de capital (complicada en estos momentos por la falta de credibilidad del banco), pasando por la venta de activos no estratégicos y, por supuesto, la venta de ladrillo. Los dos primeros bancos de inversión son los encargados de estudiar distintas alternativas, mientras que SG tiene la misión de analizar las características de una posible ampliación de capital: cómo, cuándo y cuánto.
Estos bancos de inversión contactaron con los posibles compradores hace unos 10 días. Saracho ya había mantenido alguna conversación con varios banqueros.
El reloj juega en contra de la entidad y parece que el mercado también. El próximo 31 de mayo cumple el plazo para que Popular, como otras entidades, entreguen su plan para cumplir con los ratios de capitalización regulatorio al Banco Central Europeo (BCE). La fecha era abril, pero varias firmas (es obligatorio para todas las instituciones que supervisa el BCE), pidieron una ampliación y se fijó finales de mayo como fecha tope.
La CNMV mantiene la investigación sobre el origen de los ataques en corto a la entidad madrileña
En este plan, todas las entidades supervisadas directamente por el BCE deben explicar cómo van a subir o mantener sus ratios de solvencia en los próximos tres años. Popular también.
La entidad incluirá en este plan su posible venta, ampliación de capital, la lista de activos disponibles para su venta u otras alternativas encaminadas a mejorar en los próximos años su ratio de capital. También ha pedido un mayor plazo para conseguir sus objetivos. La posibilidad de que pase al, como se conoce en el sector, Purgatorio una temporada tampoco se descarta.
Como ya comunicó Saracho el pasado jueves a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Popular cumple en la actualidad con los ratios de solvencia y liquidez. Pero la preocupación más acuciante ahora del banco no es el capital, sino que se genere una burbuja de pánico que afecte a su liquidez. Ese es ahora su gran problema. Varias fuentes aseguran, de hecho, que una parte del mercado sigue castigando a Popular desproporcionadamente, pese a que se ha cambiado la cúpula y el plan estratégico. La herida del banco no hace más que crecer.
El objetivo era llevar a cabo una venta o una ampliación después del verano, es decir, una vez conocidos los datos del primer semestre, periodo en el que se podría apreciar la marcha del banco con el nuevo equipo directivo. Sería entonces cuando se comprobaría si el impulso de la entidad para deshacerse del ladrillo está dando sus resultados, y si las ventas de filiales o negocios han comenzado ya a mejorar los ratios de capital. Pero la presión del mercado puede dar al traste con los planes de Saracho y con los tiempos que maneja, apunta una fuente financiera.
La volatilidad de sus acciones se ha convertido en el día a día de su cotización y las posiciones cortas siguen siendo su gran enemigo. Tanto es así que la CNMV sigue investigando sobre las especulaciones bursátiles que llevan casi dos años bombardeando a la entidad.
Fuentes financieras aseguran que es muy complicado encontrar el origen de esas posiciones bajistas que están influyendo en el valor de Popular. La mayoría operan desde países opacos, pero la CNMV ha decidido no cerrar la investigación pese a lo difícil que está resultando rastrear el punto de partida de estas posiciones cortas.
A todo ello se añade que si antes el mercado apostaba por una salida del anterior presidente de Popular, Ángel Ron, ahora hay una parte que ha empezado a apostar por una venta rápida del banco y por criticar las actuaciones de Saracho, apuntan fuentes financieras, quienes recuerdan que el banquero no es un ejecutivo al uso. “Es un banquero de inversión y su forma de operar es muy diferente al directivo de banca comercial. Saracho está acostumbrado a las decisiones y actuaciones rápidas, mientras que un banquero tradicional es más reflexivo porque su negocio así lo requiere. La banca comercial se basa en el menudeo, en hacer muchas operaciones diarias para conseguir un estrecho margen”, señalan las mismas fuentes.
Entre abril y este mes de mayo, los presidentes o consejeros delegados de los bancos han pasado por el BCE, o más concretamente por la división que encabeza Danièle Nouy, responsable del Mecanismo Único de Supervisión Europeo (MUS). En estas reuniones, los directores del MUS están explicando a los banqueros cómo serán los nuevos test de estrés que se llevarán a cabo el próximo año, las futuras exigencias de capital o cómo les puede afectar la reciente regulación contable recogida en las IFRS 9, y que en España se traducirá en una nueva circular que está redactando el Banco de España en la actualidad, que modificará la 4/2004 sobre provisiones. La situación macroecónomica de España y de Europa en general también son temas abordados en estas citas.
Los planes de las entidades financieras para eliminar el lastre del ladrillo es otra de las cuestiones que repite insistentemente el BCE en estas reuniones.
Pero ahora el BCE también pregunta por la situación de Banco Popular a sus competidores, afirman fuentes financieras.
El BCE conoce de primera mano, como es obvio, la situación del banco español. Pero quiere saber la opinión del sector. Y en ella se incluye la opinión sobre su presidente, Emilio Saracho. Y es que al MUS, o por lo menos a algún que otro directivo de este organismo, le ha sorprendido mucho la actitud y la forma de explicar sus planes para Popular, nada que ver con la de un banquero tradicional, según han trasladado a otros colegas.
La última vez que Saracho acudió al BCE fue hace un par de semanas. Acompañó a Ignacio Sánchez-Asiaín, consejero delegado de Popular desde hace algo más de un mes, al examen de idoneidad que realiza el BCE a los nuevos directivos o consejeros de una entidad financiera. Tras esta reunión, los miembros del supervisor europeo comentaron la buena elección que había llevado a cabo el banco con el fichaje de Sánchez-Asiaín, a quien ya conocían de otras entidades. Pero les resultó muy chocante la actitud de Saracho. Fuentes que conocen al banquero aseguran que es normal que su forma de expresarse y de tomar decisiones llame la atención en el BCE, más acostumbrados a los responsables de banca comercial y casi nada a los de banca de inversión. Estas mismas fuentes afirman que si Saracho adolece de un defecto “ese es su franqueza. Dice lo que piensa con total transparencia”.
Ya en la junta de accionistas de Popular, Saracho dejó sorprendido a más de un accionista. “Es poco común que un banquero diga en una junta que la entidad (cualquiera) puede ser vendida o que necesita una ampliación de capital. No es normal”, reconoce un accionista del banco.