Venezuela se convierte en el Zimbabwe de América Latina
Según cifras del FMI, el PIB de Venezuela disminuyó un 10% el año pasado, y será un 23% inferior respecto a 2013 a finales de este año. Se trata de una depresión en toda regla. Con una hiperinflación que puede superar el 1600%, las escaseces de alimentos y medicinas están causando estragos entre la población. El año pasado, el 75% de la población perdió peso (un promedio de 8 kgs por persona) y está aumentando la pobreza a unos niveles alarmantes. El índice de pobreza es del 70%, muy superiores al que heredó Chávez en 1999 (40%).
Esto sí que es pobreza energética. Chávez utilizó los petrodólares para financiar a las FARC, el narcotráfico, fomentar el terrorismo de Hizbullah en América Latina, comprar complicidades y financiar programas sociales para los más pobres. Tuvo la fortuna de ser presidente durante una etapa de altos precios de petróleo. Pero como todo dictador demagogo, no diversificó la economía venezolana ni creó, por ejemplo, un fondo soberano. El 90% de los ingresos de Venezuela son por exportación de petróleo (supuestamente tienen las mayores reservas probadas de petróleo del mundo). El régimen dictatorial de Nicolás Maduro no está sometido a ninguna sanción económica internacional. No se puede recurrir a la habitual crítica de atribuir dicha catástrofe a EEUU, que incluso importa petróleo venezolano.
La tragedia de Venezuela es responsabilidad exclusiva del Chavismo-Madurismo. La población se ha vuelto a echar a la calle después de que el Tribunal Supremo intentara usurpar de forma total al Parlamento (que está controlado por la oposición desde finales de 2015) de sus poderes. El Parlamento es la única institución venezolana que no baila al ritmo de Maduro y sus generales. Aunque el ejército toleró la victoria de la oposición en las legislativas de 2015, Maduro ha utilizado al Tribunal Supremo para que la cámara legislativa a efectos prácticos no tenga operatividad.
La represión contra la oposición continuará. Continúan en la cárcel líderes de la oposición como Leopoldo López. El régimen nunca permitirá unas elecciones presidenciales libres y justas, entre otros motivos porque hay demasiados líderes del chavismo-madurismo implicados en el narcotráfico y acusados formalmente por tribunales de EEUU de lavado de dinero (los tribunales en EEUU son independientes!). Pero una revuelta social de cierta magnitud no se puede excluir. Al régimen le costará mucho poder seguir financiando su deuda, que asciende a 110.000 millones de dólares, una cantidad equivalente al presupuesto anual de la Unión Europea. Cómo señala el semanario británico The Economist, en el mes de abril Venezuela y la petrolera estatal PDVSA (también arruinada por el chavismo) tienen que efectuar pagos por valor de 2800 millones de dólares en relación con el vencimiento de bonos. Dichos 2800 millones de dólares son una cuarta parte de las reservas en dólares de Venezuela.
Maduro y sus ineptos ministros continuarán dependiendo del apoyo financiero de Rusia, que juega la baza de apoyar al chavismo desde hace años para incomodar a EEUU. Pero el Kremlin no puede pagar la deuda externa de Venezuela. Y la paciencia y sufrimiento del pueblo venezolano tienen un límite.