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Tribuna
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Gibraltar y 'brexit', un mal despertar

Si un profesor tuviera que explicar qué es un paraíso fiscal, el Peñón sería un buen ejemplo

Peñón de Gibraltar
Peñón de GibraltarThinkstock

Apenas siete kilómetros cuadrados de territorio, con salida al mediterráneo y atlántico, con poco más de 30.000 ciudadanos, que son definitivamente británicos desde 1713, y sin ninguna intención de variar su estatus. Una extensión similar a la de Churriana de la Vega, provincia de Granada, que, sin embargo, ocupa portadas de prensa de manera recurrente, sobre todo en la última semana. Es evidente que su ubicación geográfica dota a Gibraltar de un valor adicional, pero merece la pena revisar si su tradicional resistencia a la cosoberanía o a cualquier alternativa planteada desde España y Reino Unido no responde, además, a la ventajosa situación económica de la que disfrutan sus ciudadanos.

Sus habitantes gozan de la cuarta mejor renta per cápita del mundo, repartiéndose más de 64.000 euros por cabeza al año, mientras que España ocupa la posición 36 y el Reino Unido, la 28. La economía gibraltareña ha registrado uno de los mayores crecimientos históricos en los últimos cuatro años, con un espectacular ascenso del PIB del 49% entre 2011 y 2015, y una deuda pública de apenas el 25% del PIB, una cuarta parte de la media de la UE. Mientras que en España celebramos el descuadre de nuestras cuentas públicas en solo un -4%, Gibraltar presume de un superávit del 8% en el último año. La roca muestra un inexplicable afán emprendedor, con 25.000 empresas, casi una por cada habitante; y a pesar de haber perdido un 10% por la depreciación de la libra desde el referéndum del brexit, sus trabajadores superan los 4.500 euros al mes de sueldo medio, doblando las cifras de los asalariados españoles. Además, su simbólico 3% de paro choca frontalmente con el dramático 30% de tasa de desempleo andaluza.

¿Pero, cómo obtiene Gibraltar esos magníficos datos económicos? Aunque la Comisión Europea dejó de considerarlo paraíso fiscal en 2015, obtiene sus ingresos como tal. Operar empresarialmente desde Gibraltar supone pagar un máximo del 10% de Impuesto de Sociedades, frente al 30% en España. Para las personas físicas también parece atractiva la opción de tributar en la roca. Si en España una persona tributa como máximo al 56% en el IRPF, en la colonia lo hacen a un 25%, menos de la mitad. Un 50% de la economía gibraltareña se considera economía sumergida, basada en el contrabando de tabaco, con cerca de 1.000.000 de cajetillas incautadas en 2015, y el controvertido suministro marítimo de combustible a buques, lo que supone una nueva mejora real en la renta de sus ciudadanos. Es decir, que la renta real de un gibraltareño se acerca a los 90.000 euros anuales, el triple de la española. Cerca de 20% de su actividad legal viene explicada por los casinos online, atraídos por una baja fiscalidad y facilidades financieras.

Si un profesor de economía tuviera que explicar a sus estudiantes cómo funciona un paraíso fiscal, Gibraltar sería un buen ejemplo, a pesar de lo que indique su consideración oficial. Menores impuestos que los países de su entorno, opacidad en las operaciones comerciales y financieras, sectores libres de tributación, laxitud frente a la economía sumergida, facilidades bancarias y frontera franqueable hacia un país de la OCDE.

Teniendo en cuenta tales circunstancias, es comprensible que, en la consulta sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea, Gibraltar destacara por su alto porcentaje a favor del remain o permanencia. La colonia, con una comprometida participación del 84%, voto masivamente a favor de la permanencia en un 95%. El escenario de brexit, hoy real, supone a la roca, perder una de las mejores y diferenciales ventajas frente a otros escenarios fiscalmente paradisíacos similares, la pertenencia a un espacio común. El hecho de poder entrar y salir entre España y Gibraltar, con la actual facilidad, dota a Gibraltar de las ventajas de la UE, combinadas con las antes descritas, típicas de los paraísos fiscales.

Imagínese trabajar y tributar en un enclave en el que cobra más del doble de su sueldo y paga menos de la mitad de los impuestos. A la vez, puede vivir y dormir en el país vecino, al que accede libremente, para disfrutar de unos servicios sanitarios y educativos que usted no paga, solo disfruta. Suponga que su familia lleva así desde 1713, y que de repente le pretenden sacar de tan plácido sueño. A esebrusco despertar le llaman brexit.

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