Los europeos no necesitamos menos, sino más Europa
La receta para afrontar el futuro es una UE más unida, más eficaz y más integrada
La receta para garantizar el futuro y la prosperidad de los europeos no es menos Europa, sino más. Así lo defendía ayer el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, durante su intervención en el Foro CincoDías, al abogar por una UE “más unida, más eficaz y más integrada” como la mejor fórmula para hacer frente al “desafecto” que muestran sus ciudadanos. Un desaliento, cuando no rechazo, que está creciendo en buena parte de los países miembros, como muestra la influencia cada vez más fuerte de las fuerzas políticas de corte populista y antieuropeísta.
A día de hoy no es posible disimular, ni siquiera en un bienintencionado intento por quitar hierro al problema, la gravedad de la fractura europea. Desgajada por la deserción de un Reino Unido que acaba de iniciar su desconexión, marcada por las cicatrices de una larga y penosa recesión económica, golpeada por el terrorismo y por los efectos sociales de una crisis migratoria que se agrava por momentos y enfrentada con el que ha sido su más poderoso aliado desde su nacimiento –EE UU–, la UE atraviesa quizá la mayor crisis de sus 60 años de historia. Y lo hace sumida en una tormenta política que ha dejado al descubierto grietas y divisiones que no son nuevas.
Como reiteró ayer Dastis con claridad, Europa tiene futuro en el marco de una cohesión que puede albergar –y probablemente deba hacerlo– dos velocidades de integración, siempre que el acceso a una u otra se lleve a cabo de forma abierta. El lugar que debe ocupar España en ese tablero no debería plantear, a priori, excesivas dudas, y el Gobierno acierta al no tenerlas. “Nosotros vamos a estar en la primera velocidad si es el caso”, señaló ayer sin titubear el titular de Exteriores.
Entre los principales retos que Europa debe afrontar a corto plazo destaca gestionar los efectos de un brexit –de clarísimo perfil duro, como reconoció Dastis– que en las últimas horas ha endurecido de modo inusitado el discurso británico sobre Gibraltar, así como el calendario electoral de una UE en la que crece el descontento. Y habrá que hacerlo sin perder de vista la urgencia de recuperar lo que Dastis definió como “diplomacia económica” con el amigo americano.