México: futuro sostenible
Una apuesta decidida por las energías renovables garantiza una generación de empleo cualificado y estable
Aunque el título pueda sonar para muchos oídos exagerado, puede que incluso se quede corto y más tras los acontecimientos recientes internos en el país.
Durante 2016, la situación de un crecimiento económico menor del esperado, junto con la inestabilidad de la moneda y el encarecimiento de las materias primas, ha desembocado en una situación para nada predecible, pero de la que sin duda pueden surgir oportunidades para que la economía de México pueda salir fortalecida.
Y es precisamente en esta atmósfera en la que pensamos que el país puede y debe afrontar y reimpulsar las reformas estructurales necesarias para adaptarse a un mundo energéticamente más eficiente y, por supuesto, menos dependiente de los recursos fósiles.
Por su ubicación, la madre naturaleza dotó a México de unos recursos solares y eólicos envidiables; algo que se debería poner en valor y aprovechar para que revierta en la sociedad en su conjunto. Principalmente, ese retorno global se plasmará en mayor estabilidad económica por la menor dependencia energética del exterior, todo ello en este año 2017, en el cual se prevé que México deje de ser un país petrolero y pase a ser importador neto de recursos fósiles, algo impensable hace bien poco. Sin duda alguna, la transición energética ha pasado de ser importante a ser urgente y debe hacerse de forma acelerada.
Asimismo, una apuesta decidida por las energías renovables garantiza una generación de empleo cualificado y estable. Se maneja una cifra estimada que rondaría en torno al medio millón de nuevos puestos de trabajo. Este número no es nada desdeñable, especialmente si tenemos en cuenta que en gran medida se producirían allá donde existen los recursos energéticos, que suele coincidir con varios de los Estados más desfavorecidos y necesitados de una mejora en su tasa de empleo.
Según la asociación México Wind Power, solo entre 2015 y 2018 se estima una inversión de más de 12.000 millones de dólares en nuevas instalaciones de energías renovables. Estamos por tanto ante un escenario alentador, pero no suficiente. Sin ir más lejos, se estima que México podría cubrir un 35% de sus necesidades energéticas con fuentes renovables en 2024 (un 15% con energía eólica), por lo que teniendo en cuenta que en 2016 se cerró con solo un 3,2% de eólica, hay mucho camino por recorrer.
Además, se da un doble factor. Por una parte, como ya he comentado, México dispone de unos recursos eólicos y de irradiación solar privilegiados, envidiables para cualquier país, y por otra parte, el hecho de que ambas tecnologías han recorrido una curva de aprendizaje y de disminución de los costes que las hacen a día de hoy más competitivas que la generación con carbón o con gas. Por tanto, siguiendo el ejemplo del modelo de la última subasta de generación renovable donde se obtuvieron los precios de generación de la electricidad más bajos hasta la fecha, se dan las bases idóneas para que México pueda explotar todo su potencial.
Con todo ello, existen oportunidades, donde otros pueden ver incertidumbres. Durante estos últimos años, la economía mexicana ha vivido diferentes momentos. Con la implicación de la sociedad y de la Administración pública, la adaptación energética puede ser uno de los pilares de crecimiento y de convergencia con las economías punteras.
México tiene lo más importante y a la vez lo más difícil, unos recursos naturales privilegiados. La oportunidad es única para cambiar la historia y que los beneficios repercutan en la sociedad en su conjunto. Como decía en el título, o el futuro es sostenible... o, desgraciadamente, no habrá futuro.
Jorge Magan es Director gerente de Ingeteam Service