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Elecciones

Francia avanza hacia una presidencia paralizada

Los aspirantes al Elíseo inician la campaña con pocas posibilidades de un Gobierno fuerte Le Pen y Macron parten como favoritos pero sin apenas respaldo en el Parlamento.

Vista de La Defense y el Arco del Triunfo de París
Vista de La Defense y el Arco del Triunfo de ParísCharles Platiau (REUTERS)

Francia avanza hacia la precariedad gubernamental, con unos candidatos a la Presidencia de la República que antes de llegar al Elíseo ya parecen condenados a una impotencia jamás conocida hasta ahora.

De los tres aspirantes con posibilidades de imponerse en las elecciones presidenciales el 23 de abril y el 7 de mayo, sólo el conservador François Fillon parecería en condiciones de hacerse con una mayoría suficiente en el Parlamento durante las elecciones legislativas del mes de junio. Pero su candidatura se hunde por momentos ante las continuas revelaciones de la prensa, que ahoraapuntan a su presunta relación con Vladimir Putin.

Los otros dos aspirantes con posibilidades, la ultraderechista Marine Le Pen y el socioliberal Emmanuel Macron, pueden encontrarse sin un respaldo parlamentario mínimamente suficiente para marcar la agenda. Y serían los primeros presidentes de la V República francesa condenados desde el primer día a la cohabitación con un primer ministro y un Gobierno salidos de otra familia política.

François Mitterrand (socialista) y Jacques Chirac (conservador) ya vivieron períodos de cohabitación durante sus presidencias. Y ambos lograron sobrevivir a ese trance y aguantar hasta que su partido recobró la mayoría en unas elecciones legislativas.

Pero la coyuntura política actual parece mucho más compleja, marcado por nuevas variables tanto francesas como globales.

La desfragmentación del electorado se generaliza, con numerosos votantes ajenos a la tradicional disciplina partidista. Y al mismo tiempo, gana peso el voto de castigo. Los analistas han señalado la presencia de ambos factores en la victoria del Brexit en Reino Unido y en la de Donald Trump en EE UU.

En Francia se repiten esas variables con el agravante de una descomposición de los dos partidos tradicionales de derecha e izquierda, que por primera vez podrían quedarse ambos fuera de la segunda vuelta de las presidenciales. Más un régimen presidencial que se tambalea hasta el punto de que algunos analistas ven agotada la V República y auguran una nueva refundación.

La demanda de grandes cambios constitucionales contrasta, sin embargo, con la fragilidad política de unos aspirantes al Elíseo que, por ahora, carecen de la fuerza necesaria para llevarlos a cabo.

La candidata de ultraderecha, Marine Le Pen, dispone de base electoral pero no logra traducirla en escaños parlamentarios (sólo tiene dos parlamentarios en la Asamblea saliente). El socialista Benoît Hamon hereda un partido con mayoría parlamentaria (288 diputados sobre 577), pero tiene la base electoral hecha añicos tras el quinquenio de François Hollande. Más a la izquierda, Jean-Luc Mélenchon cuenta con numerosos fieles pero pocos votantes.

El socioliberal, Emmanuel Macron, entusiasma a las élites pero no tiene partido (su movimiento EM es poco más que él mismo) y su respaldo popular es todavía una incógnita.

Por último el conservador François Fillon, tiene todo y no tiene nada. En teoría, cuenta con el respaldo de un partido poderoso (Les Republicains, del ex presidente Nicolas Sarkozy) y con bases populares (arrasó en las primarias). Pero los escándalos por los sueldos millonarios asignados a su esposa han mermado sus apoyos y debe enfrentarse a un proceso judicial que amenaza su campaña y, llegado el caso, su presidencia. La cascada de escándalos, además, no ha cesado y Fillon se debilita por momentos.

Fillon parecía a principios de año el candidato imbatible para sustituir a Hollande. Pero a un mes de la primera vuelta de las presidenciales (23 de abril) los sondeos ponen incluso en duda sus posibilidad de pasar a la final del 7 de mayo. Para los conservadores, la ausencia en la segunda vuelta supondría una humillación tan terrible como la sufrida por los socialistas en 2002, cuando su candidato Lionel Jospin se quedó fuera de una final entre Jacques Chirac y Jean-Marie Le Pen. En 2017, los socialistas de Hamon parecen llamados a sufrir una debacle similar, con el dudoso consuelo de caer acompañados de la derecha tradicional.

Sin Gobierno

Si el hundimiento de los dos grandes partidos se confirma, los sondeos apuntan a una victoria de Macron. “Los mercados recibirían como un gran alivio su victoria, dadas las incertidumbres que genera el escenario Le Pen”, señalaba esta semana Charles Lichfield, analista de Eurasia Group, tras el primer debate televisivo entre los cinco principales aspirantes.

La misma fuente advertía, sin embargo, que el respiro puede ser muy breve porque la victoria de Macron “clarificaría muy poco sobre cómo gobernaría el Presidente”.

En anteriores comicios, el partido del Presidente solía repetir mayoría en las legislativas. Así ocurrió en 2012 con Hollande, por ejemplo.

Pero este año, los sondeos los sondeos no otorgan a Le Pen ni a Macron más de 100 escaños en las elecciones de junio, una cifra que les obligaría a buscar otros apoyos, a recurrir a maniobras de dudosa legitimidad (se menciona la vía de los referéndum), poco viables (como imponer un presidente de Gobierno sin apoyo parlamentario) o disolver las cámaras inmediatamente.

En el caso de Macron, parece factible que buscase el respaldo de los socialistas (fue ministro de Economía con Hollande). Pero esa alianza podría impedirle llevar a cabo la parte más liberal de su agenda, que es con la que ha intentado desmarcarse de la izquierda tradicional para atraer a una base más amplia del electorado.

Le Pen lo tendría aún mas difícil porque ningún partido parece dispuesto a pactar con una ultraderechista, partidaria de convocar un referéndum para que Francia abandone la UE y la zona euro.

En ambos casos, Francia podría quedar paralizada en un momento en que el resto de Europa espera que París y Berlín retomen la iniciativa de la UE una vez pasadas las elecciones de este año (Alemania vota en septiembre). Bruselas sueña ya con el discurso europeísta y liberal que defiende Macron como antídoto para frenar a Le Pen. Pero falta por ver si tendrá un Gobierno para aplicarlo.

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