Marinero: “Marca España no es solo comprar un vestido de Zara”
Miguel Marinero es el fundador y diseñador del atelier de peletería que lleva su nombre
"Ya no soy peletero, ahora soy diseñador”. Miguel Marinero (Madrid, 1947), una de las eminencias del sector de la moda en general y de la peletería en particular, ha decidido reinventarse tras más de 40 años dedicados exclusivamente al trabajo y a la confección de la piel. La casa, fundada en 1975, ha ampliado miras y se ha lanzado a la elaboración de colecciones textiles completas, “pensadas para vestir a la mujer de arriba abajo, más allá de abrigos y chaquetas”. Las razones de este cambio no obedecen a una crisis en el mercado ni a problemas económicos, sino “a una reestructuración del sector. Lo pedían los propios clientes, querían algo que ponerse bajo el abrigo”, explica el artesano desde su atelier de peletería, en el centro de Madrid, donde trabaja en sus diseños y de donde emanan todas las nuevas ideas.
Allí, en la trastienda del establecimiento en el que exhibe sus creaciones y recibe a los clientes, trabaja junto a su equipo, formado por 10 personas, al que capitanea junto a su hijo Nicolás, llamado a suceder a su padre en la empresa familiar. “Se ha formado en las escuelas Marangoni y Saint’s Martins, de Milán y Londres, respectivamente”, cuenta orgulloso su padre. “En gran parte gracias a la sangre joven hemos sabido adaptarnos a los nuevos tiempos”. Miguel Marinero no solo se refiere a su primogénito, también a su hija Inés, que aunque se dedica a “la parte más racional y matemática del negocio, también ha contribuido al cambio”, prosigue. “Ella es la parte más calmada, la que piensa todo más fríamente. Nosotros somos más impulsivos”, reconoce el diseñador.
Sin embargo, aunque el negocio se haya diversificado, la esencia de la marca, asegura el fundador, sigue vigente. “La peletería tenía una clientela muy fija, nosotros queremos llegar a más gente, democratizar el lujo y crear marca España”. Este es, de hecho, el punto diferenciador de Miguel Marinero: “Queremos una empresa joven que contribuya a la industria española. Marca España no es solo comprar un vestido de Zara, también es formar a los diseñadores y utilizar material textil español”, apunta.
En su caso, la regla la cumplen a rajatabla. “Somos muy de cordero español, de lana merina, que se puede teñir en mil colores y convertir en todo lo que se quiera. También trabajamos con gasas, sedas naturales y personalizamos según tallas y colores”. Es una forma, explica Marinero, de acercar el sector a los consumidores y de apostar por la exclusividad en cada producto, que dependiendo del tamaño y material puede acarrear, asegura, más de 200 horas de trabajo. “Hemos roto la imagen de las prendas 100% piel”.
Las prendas y accesorios, porque la casa también confecciona bolsos, guantes y otros complementos, nacen en la trastienda, donde las telas, pieles, patrones de tallaje y medidas, ocupan las paredes. En las mesas, donde trabajan costureros y modistas, lucen varias máquinas de coser y herramientas para trabajar la tela y la piel. Una de las piezas preferidas por padre e hijo es un viejo rodillo para marcar y calcar patrones, un artilugio que reproduce la misma medida en dos piezas diferentes. “Tiene 40 años y fue el primero del taller. Aunque ya no suelen utilizarse estas herramientas, nosotros en el trabajo de la última colección sí recurrimos a ella”, cuenta.
En esta pequeña sala, en momentos clave del año, padre e hijo pasan casi las 24 horas del día, trabajando, ideando “y también discutiendo, aunque siempre de forma constructiva, debatiendo los detalles de cada prenda para hacer siempre el mejor producto”.
Fiel a la Mercedes Fashion Week de Madrid
La última colección de Miguel Marinero, Pentimento,fue uno de los platos fuertes de la pasada Mercedes Benz Fashion Week Madrid, con aproximadamente la mitad de los diseños pensados por Nicolás Marinero. La empresa familiar parece tener el futuro inmediato más que asegurado. “Hicimos una colección con la obra de Veláz_quez y sus meninas como referente, pero haciéndolas más divertidas”, cuenta el diseñador. “La gracia fue acercarlas a modelos y tendencias de los años ochenta, para llegar al cliente que, dentro del segmento de lujo medio-alto, quiere algo diferente”.
La firma lleva 11 años desfilando en la Fashion Week, un evento que el fundador del atelier define como “lugar con un buen casting, donde te escuchan, aconsejan, te animan a reiventarte e impulsan la industria española”. Mención especial de parte de Marinero, además, a la que es directora de la gala desde finales de 2016, Charo Izquierdo, “quien ha dado un cambio e impulso necesario al evento”. También a la ACME, la asociación de creadores, en su ayuda a la internacionalización del made in Spain.
Los desfiles, eso sí, solo son la parte visible. Tras ellos se esconden horas de trabajo en la trastienda. “El día a día es realmente intenso, gestionando las colas que se forman en la tienda, amoldando la producción a los pedidos o cambiando toda la agenda porque ha entrado un encargo urgente. Ahora mismo, por ejemplo, hemos tenido que dejar parte del trabajo relegado para terminar unos pompones rosas”. No son los únicos contratiempos. Marinero recuerda algunos casos en los que, por un encargo urgente, toca hacer un abrigo completo en menos de tres días. “Cuando eso ocurre, nos quedamos dos días sin dormir, sin parar de trabajar en el taller”. Es la vida del artesano.