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Las tristes cifras de la agonía de Venezuela

El chavismo está destruyendo Venezuela, que en su momento fue el país más rico de América del Sur. Cuando Hugo Chávez llegó al poder en 1998, el 48% de las familias vivía en la pobreza. Después de casi 20 años de dictadura, mala gestión y represión bajo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, el 82% de las familias venezolanas está sumida en la pobreza. La tasa de inflación alcanzó 800% en 2016, y según el FMI el decrecimiento del PIB fue del 10% el año pasado. Dos millones de venezolanos han emigrado. Según el International Crisis Group, del billón de dólares generado por la explotación y exportación de petróleo durante la era chavista (1998 hasta el presente), una cuarta parte ha sido robada por el régimen y sus aliados. Está aumentando la mortalidad infantil, y la escasez de alimentos, medicinas y bienes de primera necesidad es crónica.

El régimen dictatorial de Maduro no puede culpar a potencias externas. No hay sanciones impuestas sobre Venezuela. Aunque se ha rumoreado que Trump contempla suspender la importación de petróleo venezolano, EEUU no ha ido más allá que permitir que sus juzgados acusen de tráfico de drogas y blanqueo de dinero a destacados políticos del régimen, como el vicepresidente Tareck el Aissami.

Los intentos de negociación entre el régimen y la oposición están condenados al fracaso. Maduro mantiene el encarcelamiento de políticos de la oposición y mediante su control del Tribunal Supremo y la Comisión Electoral impide que el Parlamento (con mayoría de la oposición) pueda aprobar leyes. A efectos prácticos, Venezuela es una dictadura.

Las sanciones normalmente perjudican no solamente a los líderes de un régimen, sino también a la población. La población está demasiado atemorizada y preocupada por su supervivencia como para protagonizar un alzamiento. La Comisión Electoral ha impedido que se celebre un referéndum revocatorio contra Maduro, a pesar de haberse recogido las necesarias firmas.

Una marea de moderación y presidentes reformistas (Macri en Argentina, Temer en Brasil, Santos en Colombia, Kuczinski en Perú) han devuelto la esperanza a América Latina. Desgraciadamente, no se vislumbra una salida para la agonía que padece Venezuela.

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