El whisky escocés quiere seguir siendo el rey
Las firmas más exclusivas de ‘Scotch’ innovan para frenar el avance de otros malteados
El whisky escocés continua siendo el rey: en 2016 se vendieron más de 90 millones de botellas en todo el mundo, según los datos de The International Wine and Spirits Research (IWSR). Sin embargo, pese a su indiscutible primer puesto, otros contrincantes se acercan peligrosamente. Algunos destilados de la misma familia, como el Bourbon y el whisky irlandés, aumentaron sus ventas un 58% y un 130% respectivamente durante el mismo ejercicio, frente al 13% de crecimiento que experimentó el Scotch. Por esa razón, las principales marcas escocesas están comenzando a innovar en cuanto a formatos, ediciones limitadas y complementos con los que acompañar a este destilado.
Una de ellas es Diageo, el gigante de bebidas alcohólicas. El scotch, con 33 millones de cajas vendidas cada año, representa el 24% de las ventas netas totales de la compañía y el 14% de su volumen total, explican desde el grupo. Pero estas cifras no son suficientes, y las ideas están llegando a las marcas del grupo.
Una de ellas es Lagavulin, un malteado que, si antes se caracteriza por haber descansado 16 años en barrica, ahora ha cambiado la tradición lanzando al mercado un destilado de ocho años de reposo, que mantiene su imponente sabor con toques salinos del mar y aroma de humo. La firma aún no ha comenzado a venderlo a nivel internacional, y las botellas solo pueden encontrarse en la propia destilería. Otro lanzamiento es el Haig Club, un scotch de un solo grano que ha madurado de forma única en barricas de roble americano, que anteriormente albergaron bourbon para así proporcionar un toque ligero, dulce y suave.
Poco conocido en España, la marca Balbleir, asentada en las Tierras Altas de Escocia, está en proceso de adentrarse en otros mercados europeos. Envejecido en barrica de roble americano, la colección Balblair 99 destaca por su gran cuerpo y su enorme suavidad, además de por sus aromas a hierbas secas y especias dulces, un detalle poco común en estos destilados que lo convierte, según explican desde la propia marca, en un whisky femenino.
Otra alternativa de varias casas escocesas está siendo apostar por ediciones vintage y exclusivas, exprimiendo las cotizadas reservas de añadas con más de 30 años de antigüedad. La edición The Glenrothes 1978 proviene de un pequeño número de barricas escogidas personalmente por el maestro mezclador John Ramsay en su momento de máxima madurez. “Es lo último que queda de esa década. Cuando la bebida se embotelló en 2008 recibió el premio al mejor whisky de malta de Speyside en los premios World Whisky Award”, explica el embajador de la marca, Ronnie Cox. “Evoca a toques de ciruelas frescas con aroma a chocolate y en boca presenta una explosión de hierbas y caramelo”, añade.
Pero no todo se reduce al propio destilado. Firmas escocesas exclusivas, como Macallan, han lanzado diferentes accesorios para potenciar la experiencia de consumo del malteado. Uno de los artilugios más sofisticados e ingeniosos es el fabricador de hielo, un peso de acero de varios kilos que, rápidamente, transforma los cubitos de hielo en una compacta bola de 65 milímetos de diámetro que enfría el whisky durante más tiempo y frena el derretimiento de la pieza, evitando que la copa se agüe. Todo vale con tal de diferenciarse.