Marruecos abre la puerta a las finanzas islámicas
El sistema de banca participativa puede representar en 2018 entre un 3% y un 5% del sistema financiero marroquí
Es bien sabido que el sol se pone por el oeste, pero lo que pocos saben es que a Marruecos se le conoce en árabe como Maghreb –tierra por la que se pone el sol– al ser el país más al oeste del mundo árabe. Quizá esto explica por qué Marruecos ha sido el último país árabo-musulmán en autorizar la creación de bancos islámicos en su territorio. Con ello, abre sus puertas a una industria que en el último lustro ha crecido a un ritmo del 18% hasta sobrepasar los dos trillones de dólares, lo que representa alrededor del 1% de los activos financieros globales, y que promete alcanzar los 3,5 trillones en 2021, según ICD-Thomson Reuters.
Tras un largo periodo de negociaciones, a principios de enero, el Banco Central de Marruecos aprobaba la creación de cinco bancos islámicos y permitía que tres filiales de bancos franceses (Société générale, BNP Paribas y Crédit agricole) ofrecieran productos financieros islámicos. Los cinco bancos autorizados, formados por alianzas entre bancos marroquíes y del Golfo Pérsico, son Credit Immobilier et Hotelier (CIH), asociado con el Qatar International Islamic Bank; Banque Marocaine du Commerce Extérieur (BMCE), junto al grupo Al Baraka Banking Group de Bahréin; Banque Centrale Populaire (BCP) en colaboración con el saudí Guidance Financial Group; Crédit agricole du Maroc (CAM), en conjunto con el Islamic Corporation for the Development of the Private Sector (ICD), una filial del Banco Islámico de Desarrollo con sede en Yeda, Arabia Saudí; y Attijariwafa Bank, en solitario aunque ya ha iniciado conversaciones con posibles socios.
En la industria de las finanzas islámicas existe un constante debate en torno al uso del término islámico para distinguir a los productos financieros que respetan los principios de la ley islámica. En el caso de Marruecos, se ha optado por designar a los bancos islámicos como bancos participativos, probablemente para desvincular el calificativo islámico de movimientos islamistas internos. En cualquier caso, la designación como banca participativa es coherente con los principios que emanan de la ley islámica, de cuya interpretación se extrae que los bancos deben participar en los riesgos y en los beneficios de los proyectos y operaciones que financian, y en la que se prohibe la obtención de ingresos por el cobro de intereses. El mecanismo de financiación de proyectos va en línea con el del project finance tradicional.
Podría llegar a pensarse que un país de mayoría musulmana como Marruecos, decidido a abrir sus puertas a la industria financiera islámica, no toparía con grandes dificultades en su intento. Nada más lejos de la realidad. El proceso de introducción ha sido largo y complejo en sus pasos, dadas las reformas en el marco regulatorio y fiscal que implica su adaptación a la oferta de productos financieros islámicos.
"Marruecos abre sus puertas a una industria que en el último lustro ha crecido a un ritmo del 18% hasta sobrepasar los dos trillones de dólares"
El primer gran avance se corresponde con la aprobación en 2014 del proyecto de ley, que proponía la introducción en Marruecos de bancos participativos y otros productos financieros islámicos, en concreto de takaful y sukuk, una suerte de seguros y bonos sharia compliant respectivamente. El segundo fue en 2015, al constituirse el órgano supervisor del nuevo segmento de finanzas participativas, cuyos miembros están representados en su mayoría por eruditos expertos en ley islámica, conocidos en la industria como sharia scholars, y profesionales del sector financiero.
Tras la autorización final en 2017, y de acuerdo con el estudio de IRTI-Reuters Morocco Islamic Finance Country Report, se estima que el sistema de banca participativa puede llegar a representar en 2018 entre un 3% y 5% del sistema financiero marroquí, así como atraer importantes inversiones de la región del Golfo y del sudeste asiático por valor de al menos 7 billones de dólares. Tras este paso relevante en el segmento de banca islámica, Marruecos ya planea su incursión en el mercado de deuda islámica en el primer semestre de 2017 a través de la emisión de sukuk o bonos islámicos. En definitiva, Marruecos pretende con estos movimientos convertirse a medio plazo en el hub de las finanzas islámicas en el norte de África.
En nuestra opinión, este hecho representa un interesante experimento a seguir de cerca, con posibles beneficios para España principalmente en lo que respecta a una posible canalización de inversiones. Por otro lado, habrá que comprobar si los bancos islámicos son capaces de entender y atender las necesidades de una población marroquí que, aunque está interesada, su índice de bancarización no supera el 65%.
Gonzalo Rodríguez Marín es abogado y Coordinador General del SCIEF en IE. Fatima Z. Bensar es consultora en área de banca e investigadora asociada al SCIEF en IE.