Ivanka y el cheque regalo de Trump para Nordstrom
Las acusaciones del líder estadounidense hacen subir un 4% en Bolsa al minorista
Hay muchas razones para la consternación tras el último ataque del presidente de EEUU, Donald Trump, contra una empresa capitalista privada. Nordstrom, el minorista fundado por un inmigrante sueco que llegó a EEUU en 1887 a los 16 años con sólo 5 dólares, es su último objetivo. La cadena con sede en Seattle decidió dejar de vender la línea de ropa y accesorios de la primera hija Ivanka Trump debido a sus mediocres ventas. El miércoles, a una hora en la que se pensaba que estaría en una reunión sobre seguridad, Trump reprendió a Nordstrom por su “muy injusto trato”.
Son muchos los agravios. Para empezar, indica que el presidente está permitiendo que los intereses empresariales de su hija se entrelacen con su papel de líder putativo del mundo libre, un trabajo que lleva incorporado un púlpito intimidador incomparable –quitando el Vaticano. También va en contra de su promesa de devolver empleo a su país, pues la ropa de Ivanka se confecciona en Indonesia, Vietnam y China, cuyas importaciones ha amenazado con castigar.
El portavoz de la Casa Blanca dijo que la decisión de la empresa era "un ataque directo a las políticas del presidente y al nombre de su hija"
Peor aún: su portavoz, Sean Spicer, sugirió que Nordstrom, un caso de éxito valorado en 7.200 millones de euros con más de 72.000 empleados, estaba incurriendo en traición deliberada. “Es un ataque directo a las políticas del presidente y al nombre de su hija”, dijo desde su atril de la Casa Blanca. Y sin embargo, hay un rayo de esperanza para Nordstrom y otras empresas que se estremecen ante la perspectiva de sufrir la propaganda presidencial con pistolas de agua.
En un día en que el S&P 500 estuvo plano y el Dow Jones cayó, las acciones de Nordstrom subieron más del 4%, agregando unos 280 millones de euros de valor para los accionistas. TJX, cuyas cadenas eliminaron también los expositores de Ivanka, ganó 300 millones. La regañina de Trump ha convertido ir de compras en un acto de protesta provechoso.
