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Política

Trump abre hostilidades contra la economía de Alemania y el euro

Washington acusa a Berlín de explotar el euro para aumentar sus exportaciones Bruselas incluye a la nueva administración de EE UU entre "las amenazas exteriores"

El choque entre la Unión Europea y la nueva administración estadounidense se ha agudizado y sólo 11 días después de la investidura de Donald Trump la tensión en las relaciones transatlánticas alcanza ya un nivel desconocido al menos desde la guerra de Irak en 2003, cuando Berlín y París chocaron frontalmente con el gobierno de George W. Bush.

El presidente del Consejo Europeo, el conservador polaco Donald Tusk, ha llegado hoy a situar a EE UU entre las “amenazas externas” que afronta la UE, una ominosa categoría en la que también situó a China, Rusia y el terrorismo islámico.

Merkel: "Alemania no puede influir en la cotización del euro"

La canciller alemana, Angela Merkel, ha respondido a las acusaciones vertidas por el máximo asesor de Donald Trump en materia de comercio, Peter Navarro.La dirigente ha afirmado que "no pueden influir" en la cotización de la divisa comunitaria.

“Alemania es un país que siempre ha reclamado al Banco Central Europeo (BCE) que establezca una política monetaria independiente, igual que hizo con el Bundesbank antes de la existencia del euro”, ha señalado Merkel en una comparecencia conjunta con el primer ministro de Suecia, Stefan Lofven, recogida por Reuters. “Por esto, no podemos influir en el comportamiento del BCE y como resultado, no puedo y no quiero que la situación cambie”, ha añadido Merkel.

Washington, por su parte, redobló los ataques contra el presunto dumping comercial de Alemania, un país que destina el 10% de sus exportaciones al mercado estadounidense y que disfruta de un superávit comercial de 58.000 millones de euros con EE UU.

Peter Navarro, el máximo asesor comercial de Trump, ha acusado a Alemania de “explotar a otros países de la UE y a EE UU con un marco alemán implícito que está exageradamente infravalorado”. Las palabras de Navarro, presidente del Consejo de Política Comercial de EE UU, no sólo describen al euro como una mera reencarnación de la desaparecida moneda alemana sino que denuncian su presunta manipulación por parte del gobierno alemán.

El gobierno estadounidense puede adoptar represalias comerciales contra los países que tengan un superávit comercial con EE UU superior a los 20.000 millones de euros, un superávit de balanza corriente superior al 3% y que manipulen la moneda para facilitar el dumping comercial.

El Tesoro estadounidense concluyó el año pasado que Alemania rebasa los dos primeros umbrales pero no manipula su moneda, el euro. La acusación de Navarro, e confirmarse, podría desencadenar una guerra comercial.

El ataque de Navarro pareció coger por sorpresa a Alemania y la canciller Angela Merkel se limitó a señalar, en una rueda de prensa, que su Gobierno “siempre ha respetado la independencia del BCE”. Las palabras de Merkel parecen sugerir que el BCE es el responsable de la cotización de la divisa europea, aunque Fráncfort siempre ha asegurado que “el tipo de cambio no es uno de sus objetivos y que nunca ha intentado influir en él”.

Trump, antieuropeo

El choque transatlántico parece ya tan evidente que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en una carta dirigida a los 28 Gobiernos de la UE para convocar la cumbre europea de este viernes, advierte que “el cambio en Washington pone a la UE en una difícil situación, con una nueva administración que parece poner en cuestión los últimos 70 años de política exterior americana”.

En clara alusión hacia Trump, Tusk añade que “por primera vez en nuestra historia, en un mundo crecientemente multipolar, muchos se están volviendo antieuropeos”.

La descarnada misiva del presidente del Consejo resume la creciente preocupación en las principales capitales europeas ante la confirmada voluntad de Trump de romper con el orden diplomático mundial imperante desde hace 60 años.

La cita del viernes en la capital maltesa, La Valeta, parece llamada a convertirse en la prueba de fuego de respuesta europea al nuevo escenario mundial. El gobierno alemán de Angela Merkel y el francés de Françóis Hollande abogan por cerrar filas en el Viejo Continente. Pero Washington parece dispuesto a sembrar la discordia y a dar prioridad a unas relaciones bilaterales, país por país, que amenazan con dividir a los socios de la Unión Europea.

“El brexit es un ejemplo de lo que viene”, señaló Trump la semana pasada tras reunirse con la primera ministra británica, Theresa May, la primera mandataria extranjera en visitarle.

La alfombra roja al Reino Unido contrasta con el aparente desprecio hacia Bruselas y la creciente tensión con Berlín y París. El ataque contra el superávit comercial de Alemania parece sólo la primera andanada, pero ya va directa a la línea de flotación de la UE

La UE sigue tan descolocada como el primer día

Doce días después de la investidura de Donald Trump la Unión Europea sigue tan descolocada en su relación con la Casa Blanca como el 8 de noviembre de 2016, cuando el magnate estadounidense se alzó con la victoria electoral frente a Hillary Clinton, la candidata preferida por Bruselas. El resultado pilló tan desprevenida a la diplomacia comunitaria que, según fuentes europeas, la delegación de la UE en Washington no había establecido ni un sólo contacto con el equipo de Trump. La aparente falta de profesionalidad dejó en entredicho a las instituciones europeas ante el recién elegido presidente, que desde entonces no ha disimulado su desprecio hacia Bruselas. La Comisión Europea ha intentado capear la situación refugiándose en un estruendoso silencio y todavía ni siquiera ha criticado la decisión de Trump de impedir la entrada a las personas procedentes de siete países musulmanes, incluidas las que dispongan también de nacionalidad europea. La pasividad de la CE ha servido de poco y Trump mantiene su actitud claramente hostil hacia Bruselas. El presidente cesó al embajador de EE UU ante la UE nada más tomar posesión y todavía no ha designado a su sucesor. El favorito para ocupar el puesto, Ted Malloch, es conocido por sus declaraciones a favor de la desintegración de la UE y del euro.

Esta misma semana, Malloch describió al presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, como “alguien que fue un buen alcalde de alguna ciudad en Luxemburgo y que tal vez debería volver a ese puesto”. La CE ha respondido con el silencio. Tal vez para no provocar una escalada diplomática, aunque más bien parece que ha sido por pura desorientación ante la nueva escena mundial.

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