Los diez días de Trump
A los gobernantes se les solía dar 100 días antes de someterse a escrutinio el rumbo de su gestión. Con Donald Trump en la Casa Blanca bastan diez días para ello, vista su vertiginosa actividad en el terreno normativo (multitud de decretos) y en las redes sociales (tuitea cada día, azotando o amedrentando a sus enemigos). Así que realizar un primer balance no es más precipitado que sus políticas.
Los motivos para la inquietud se acumulan. El nuevo presidente ha sacudido al comercio mundial, al retirarse del acuerdo del Pacífico, abrir la revisión del NAFTA y anunciar aranceles (se dijo que del 20%, aunque no es definitivo) contra México, país ya humillado con la reclamación de que pague el muro. Eso sin contar con las amenazas a empresas concretas por el destino de sus inversiones. Sobre la inmigración, el decreto que veta la entrada a ciudadanos de siete países musulmanes (excluidos socios estratégicos) ha generado el caos en las fronteras y es de dudosa constitucionalidad. Y Trump ejerce una diplomacia agresiva con críticas y ofensas como las que dirige ahora contra Alemania. A falta de conocer los planes económicos (la prometida rebaja fiscal, el plan de infraestructuras), caben pocas dudas ya de que Trump desestabiliza a su propio país y al mundo. Ojalá este resulte ser un diagnóstico precipitado.