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Xi Jinping adula al ‘hombre de Davos’

Si EE UU gira hacia sí mismo, China podría ejercer más influencia en la política mundial

Xi Jinping saluda a los miembros de un coro infantil en Kehrsatz (Suiza).
Xi Jinping saluda a los miembros de un coro infantil en Kehrsatz (Suiza).REUTERS

Un vacío con la forma de Donald Trump ha permitido a Xi Jinping adular al hombre de Davos. En su primera intervención ante el Foro Económico Mundial, el presidente chino defendió el martes la globalización y la cooperación, algo habitual en el mentidero anual de la élite, pero llamativamente internacional e inclusivo para un líder chino. Si Estados Unidos gira hacia sí mismo, Pekín podría ejercer más influencia en todo, desde el cambio climático hasta la seguridad de su región.

En cierto modo, su defensa del statu quo no es sorprendente. China se ha beneficiado enormemente de un mundo cada vez más interconectado, en el que el comercio ha ayudado a cientos de millones a salir de la pobreza. Y está puliendo sus credenciales globalistas, impulsando los acuerdos comerciales justo cuando EEUU intenta enterrarlos, creando un rival regional para el Banco Mundial, e invirtiendo dinero en infraestructuras en otros países asiáticos.

El compromiso de Pekín con el multilateralismo y la apertura es selectivo, y carece de la experiencia y los recursos de Washington

Pero Xi es un paladín profundamente defectuoso de la globalización. Su compromiso con el multilateralismo y la apertura es, en el mejor de los casos, selectivo. Véase su rechazo a una reciente decisión desfavorable de un tribunal internacional sobre el mar del sur de China. O sus esfuerzos en curso para inclinar el terreno de juego en el país contra las compañías extranjeras. O la creciente hostilidad hacia las ideas de fuera, como muestra el fortalecimiento del Gran Cortafuegos de internet.

El país carece de la experiencia y los recursos de EE UU y muchos vecinos asiáticos todavía lo miran con cautela, aunque la diplomacia económica haya ayudado a darle vuelta a eso en Malasia o Filipinas. Tampoco puede ofrecer el enorme mercado final de los ricos consumidores de América, un atractivo clave del malhadado Acuerdo Transpacífico. Además, en la era de Trump y el brexit, su costumbre de negociar con las élites a puerta cerrada puede ser menos eficaz.

China rehúye el liderazgo internacional. Ser policía global cuesta dinero y sangre. ¿Realmente está dispuesto y es capaz de dar un paso adelante? Si Trump es incapaz de articular una visión más inclusiva para el mundo, los cheerleaders de la globalización mirarán cada vez más hacia oriente.

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