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Tribuna
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¿Y si todos exigimos la igualdad?

España es el sexto país con mayor brecha salarial de género entre los 28 Estados de la Unión Europea

El 90% de las empresas españolas de más de 250 empleados incumple la Ley Orgánica 3/2007 para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres, o lo que es lo mismo, solo el 10% de las medianas y grandes empresas españolas prestan atención o valoran términos tan importantes como la conciliación y la igualdad en el trato y oportunidades para hombres y mujeres en el ámbito laboral.

Además de esta cifra, son muchos los indicadores que subrayan esta realidad y discriminación: las condiciones laborales entre mujeres y hombres son diferentes. La tasa de paro femenino (21,82%), según los datos de la Encuesta de Población Activa, supera en casi tres puntos a la del masculino (18,41%). Según datos de Eurostat, la retribución media de las mujeres españolas fue un 18,8% inferior a la de los hombres. De hecho, España es el sexto país con mayor brecha salarial de género entre los 28 Estados de la Unión Europea.

La escasez de mujeres en altos cargos en las empresas españolas y en cargos de máxima responsabilidad sigue confirmando estas desigualdades. Así, según algunos estudios, el porcentaje de mujeres en los Consejos de Administración del conjunto de empresas que forman parte del Ibex35 es del 20%. Independientemente de las empresas cotizadas, la proporción de empresas que no cuentan con presencia femenina en los cargos directivos se va reduciendo paulatinamente hasta el 17%.

Observando estos datos sobre la diversidad de género en España, vemos que las mujeres españolas, independientemente de sus méritos, tienen que enfrentarse a múltiples barreras (visibles e invisibles) para alcanzar el mismo sueldo o el mismo puesto que un homólogo masculino. Asimismo, se observa un mercado laboral segregado por sexo, dándose una segregación vertical con un techo de cristal sobre nuestras cabezas, y horizontal, donde los sectores de actividad están marcados por los roles tradicionalmente asumidos. Y las preguntas que, como sociedad, nos debemos hacer, son: ¿quién construye estas barreras? Y, como continuación de la anterior, ¿cómo podemos romperlas?

"La escasez de mujeres en altos cargos en las empresas españolas y en cargos de máxima responsabilidad sigue confirmando estas desigualdades"

Pese que en la agenda mediática se ha vuelto a hablar de conciliación a raíz de la propuesta de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, de terminar la jornada laboral a las seis de la tarde, parece que, viendo los resultados de la aplicación de la Ley de Igualdad, este desiderátum va a tener un largo recorrido antes de poder realizarse.

Nueve años después de la aprobación de esta ley orgánica en el Parlamento, su cumplimiento por parte del tejido empresarial español sigue siendo un espejismo. Por un lado, y por mucho que hayamos avanzado, el rol de la mujer en España no ha cambiado en esencia: las mujeres seguimos soportando la mayor carga del cuidado doméstico y seguimos siendo nosotras, no nuestros compañeros, quienes debemos hacer encajes de bolillos para compatibilizar nuestro hogar con las extensas jornadas laborales.

Por otro lado, existe una flagrante falta de conocimiento y/o concienciación en las empresas españolas que fomentan que estas desigualdades se perpetúen en el tiempo. Independientemente del marco legal y las posibles sanciones, en realidad, todas las empresas españolas tienen obligaciones genéricas en cuanto al respeto a la igualdad de trato y de oportunidades en el ámbito laboral, pero para hablar de una igualdad efectiva se deberían adoptar, proactivamente, medidas específicas y más concretas al respecto para que esta igualdad no se quede en papel mojado.

La aplicación de la Ley de Igualdad conlleva otras ventajas que afectan a nivel particular a la plantilla y, a nivel corporativo y global, a la empresa. Así, fomentar la conciliación y la implantación de planes de igualdad supone en la práctica mejorar la calidad en la gestión de los recursos humanos, mejor aprovechamiento del talento, ahorro en el gasto de personal, mayor productividad y rendimiento económico, mejora de la imagen y la reputación de la empresa, logrando obtener una ventaja competitiva si se sabe gestionar como una oportunidad.

Nuestra sociedad debe percibir y exigir medidas proactivas y efectivas para promover la conciliación y la igualdad de oportunidades desde todos los ámbitos y en todos nuestros roles (dentro y fuera del trabajo), así seamos hombres o mujeres, ya que es un tema que afecta al conjunto de la sociedad y requiere que todos tomemos parte en esta labor.

Yalenny Florentini es directora de Leialta.

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