El caso de Apple podría ser el último
El deseo de Trump de permitir que las compañías nacionales repatrien dinero en efectivo cambiaría las reglas del juego
La disputa fiscal de Irlanda y Apple con la Comisión Europea podría ser el último gran caso de este tipo, si el deseo del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de permitir que las compañías nacionales repatrien dinero en efectivo se mantiene. Dublín va a apelar las demandas de la CE para que el gigante de la tecnología pague 13.000 millones de euros en impuestos atrasados, aduciendo que Bruselas aplicó incorrectamente las normas sobre ayudas estatales y está confundida en cuanto a la legislación fiscal internacional.
Independientemente de lo que decidan los jueces, la persecución a Apple, Starbucks y Amazon subraya algo menos discutible: las multinacionales se benefician indebidamente de reglas perversas. La opinión pública podría influir en lo que hacen las multinacionales, pero sin reglas claras, las empresas se dedican a un extraño juego de adivinar qué es lo justo.
Tratar a todas las empresas como una sola entidad acabaría con conflictos fiscales como el de Irlanda
Trump podría realizar reformas más duraderas. El impuesto sobre sociedades de EE UU está en el 35%, y las empresas estadounidenses tienen unos 2.400 billones de euros de beneficios en el extranjero, según Capital Economics. El presidente entrante quiere que sea menos costoso para las empresas repatriar su dinero en efectivo.
Se necesitarían más cambios. El académico Maarten de Wilde, de la Universidad Erasmus de Rotterdam, enumera tres: tratar a todas las empresas como una sola entidad, independientemente del número de países en los que operen; conceder exenciones fiscales a la inversión de capital para que coincidan con las de la deuda; e imponer impuestos sobre los ingresos en lugar de sobre los beneficios. Si Trump introdujera la primera, por ejemplo, el conflicto sobre Apple podría terminar pareciendo una guerra del pasado.