Alfonso Cortina: "Ha habido mucho constructor en el vino”
Cumple diez años como bodeguero en Toledo, donde elabora 200.000 botellas
Este año cumple una década como bodeguero. El nombre de Alfonso Cortina, madrileño de 72 años, ingeniero industrial y economista, siempre ha estado ligado a las grandes corporaciones, con un currículo abrumador. Empezó su carrera profesional en el Banco de Vizcaya, más tarde fue director de administración de la Inmobiliaria Bancaya, y consejero delegado de Hispano Hipotecario del Grupo Banco Hispano Americano, llegando a ser vicepresidente de la entidad, y presidente de Sociedad de Tasación, el mismo cargo que ocupó en Portland Valderrivas. En 1996 asumió la presidencia de Repsol, donde se ha mantenido hasta 2004. Hoy, se dedica a gestionar su patrimonio y la bodega Vallegarcía, que puso en marcha en 2006 en los Montes de Toledo. El proyecto arrancó en 1993, cuando decidió hacer realidad el sueño de plantar un viñedo en su finca.
Pregunta. ¿Por qué decidió entrar en el mundo del vino?
Respuesta. Me metí en este sector porque me gusta mucho el vino, y tenía posibilidades de tener un viñedo, un proyecto que me satisface enormemente porque además es un lugar en el que tradicionalmente nunca se había hecho vino anteriormente. Tenemos 31 hectáreas y ampliaremos a 50. Es algo que me hace mucha ilusión.
P. Hay bodegas de nuevo cuño, con la crisis económica, se han quedado por el camino, ¿por qué perdura la suya?
R. Fundamentalmente porque hacemos buenos vinos a buen precio, a pesar de que nosotros no estamos en una denominación de origen, como puede ser Rioja o Ribera de Duero, que ya por pertenecer a ellas te pueden poner en el top. El precio de nuestro vino es inferior a su calidad, y eso debe ser algo inapelable sobre todo cuando no eres de una región vitivinícola reconocida. Lo importante de una bodega no es un gran arquitecto, ni nada llamativo, lo que se necesita es que sea funcional y que tenga todos los avances tecnológicos, porque ahora las fermentaciones se controlan por ordenador.
P. Al contrario de lo que sucede en el mundo de la empresa, donde prima el corto plazo, el oficio de bodeguero requiere de paciencia.
R. El vino es un proceso largo, con una curva de aprendizaje interna para conocer el viñedo u tener la mejor uva. Además, si perteneces a una región vinícola poco conocida, la penetración en el mercado es lenta. Una vez que se ha rebasado esta situación, nuestros vinos son conocidos y apreciados. De hecho, el 70%de nuestra producción la exportamos. Por ejemplo, una aerolínea europea ha seleccionado nuestro vino Petit Hipperia para servirlo en su clase ejecutiva.
P. ¿Qué aporta su nombre al sector?
R. Lo único que puede aportar mi nombre es el marchamo de seriedad y de calidad. Tener una bodega no ha sido un capricho, sino un proyecto serio, del que viven familias. Lo que he hecho a lo largo de mi vida siempre ha sido de manera consistente y analítica.
P. Muchos bodegueros, ajenos al vino, han fracasado.
R. Ha habido muchos fracasos porque ha habido mucho constructor que ha entrado en el mundo del vino, y cuando la construcción se vino abajo también lo hicieron las bodegas. Eran proyectos precipitados. Nosotros estuvimos tres años estudiando el terreno antes de plantar, pero ha habido gente que quería tener una bodega al día siguiente.
P. Vallegarcía, ¿es rentable?
R. Comenzamos con una inversión de nuevo millones de euros, y vendemos entre 180.000 a 250.00 botellas, dependiendo del año. Por ejemplo, en 2014 no lo sacamos porque fue un año con mucho calor y la uva merlot se nos estropeó. Ahora la bodega es rentable, tenemos un ebitda positivo casi todos los años. Y a partir de 2018 tendremos deuda cero, porque teníamos ayudas del ICO.
P. ¿No ha sido tentado para comprar alguna bodega en otra región?
R. Me han ofrecido comprar varias bodegas pero mientras que no tenga consolidado este proyecto, que será de aquí a cinco años, no lo contemplamos. No hay que estar forzosamente en las grandes zonas. Con el vino no hay que ponerse nervioso, hay que concebir el negocio a largo plazo.
La satisfacción del dividendo invisible
Alfonso Cortina mantiene la socarronería y la seguridad de los que ya están de vuelta de muchas batallas. Recuerda una frase del Ramón Areces, fundador de El Corte Inglés, “ que decía que había que buscar la satisfacción de los dividendos invisibles”. O lo que es lo mismo: “La satistacción por encima de la rentabilidad, aunque hay negocios que no te dan satisfacciones. Lo que sí creo es que todo negocio tiene que ganar dinero para que sea sostenible”. Sobre la continuidad de la saga bodeguera, asegura que está asegurada: “A mis dos hijos [Carlos y Felipe] les gusta el vino, son emprendedores y tienen mucho criterio”. Uno, trabaja en un banco de inversión en Londres y el otro ha creado una marca de calcetines en EE UU.