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Las empresas de EE UU en China se quedan solas

Trump reabre las relaciones diplomáticas con Taiwán y deja en la estacada a los negocios de su país en el gigante asiático

Una mujer pasa por delante de una tienda de Apple en Pekín.
Una mujer pasa por delante de una tienda de Apple en Pekín.REUTERS

La conversación telefónica del viernes pasado del presidente electo de EE UU, Donald Trump, con la presidenta de Taiwán, seguida de tuits amenazantes de Trump sobre China y las empresas estadounidenses en dicho país, ha dejado desconcertados a los politólogos. Pero está claro que a Trump le da igual una posible reacción contra las inversiones de EE UU en China, o incluso puede que le parezca bien.

No está claro qué llevó a Trump a dejar atrás casi 40 años de diplomacia y aceptar la llamada de felicitación de Tsai Ing-wen. Pekín, que ve la reunificación política con la isla como una necesidad histórica, presentó una protesta oficial.

El magnate tuiteó un plan para aplicar un impuesto del 35% a los productos importados por las corporaciones estadounidenses desde sus fábricas en el extranjero

“Los negocios estadounidenses en Asia necesitan certidumbre y estabilidad”, señaló de manera eufemística la Cámara Americana de Comercio en China. Con Trump es difícil: después de defender la llamada telefónica, criticó la política empresarial y las reivindicaciones territoriales de China, lo cual hace mucho más difícil que Pekín olvide el incidente.

Trump también tuiteó un plan para aplicar un impuesto del 35% a los productos importados por las empresas estadounidenses desde sus fábricas en el extranjero. Eso afectaría a las compañías que han pasado décadas construyendo cadenas de suministro e instalaciones en China, como Apple. La pesadilla para cualquier empresa extranjera en China es una multitud enojada acosando sus fábricas o sus tiendas. Tocar el tema de Taiwán es la mejor manera de provocarlo.

Parece que esta posibilidad no preocupa a Trump. Puede que crea que cuanto más apriete a China, más rápido volverán las empresas a EE UU. Pero es casi seguro que China tratará de desplumarlas durante su salida bloqueando las transferencias de efectivo o forzando ventas rebajadas. La postura de Trump hacia los negocios de EE UU en China es muy parecida al mensaje apócrifo del entonces presidente Gerald Ford a Nueva York en 1975: vete al carajo (drop dead).

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