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Tendencias

El boom de la cerveza artesana llega a la sidra

El consumo de esta bebida cerrará 2016 con un aumento que ronda el 9%

Sidras Emilio Martínez, la mejor de 2015 y 2016.
Sidras Emilio Martínez, la mejor de 2015 y 2016.

Dicen los expertos que la sidra está camino de ser la nueva cerveza artesana. O al menos, en la senda de seguir sus pasos. Para ejemplo, el mercado estadounidense: “El auge que está habiendo en los últimos años con las cervezas artesanas en España es el mismo que se da al otro lado del charco con la bebida de la manzana”, explica el copropietario de la bodega asturiana Viuda de Angelón, Francisco Ordóñez. “En España, es innegable que las cifras no son nada parecidas, pero poco a poco su consumo va aumentando”.

La sidra de autor está al alza. De hecho, los números de la venta total de esta bebida están en sus mejores momentos desde hace varios años. El consumo general de este fermentado ha aumentado un 4% a lo largo del primer semestre de este año, según los datos del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias. “De hecho, se espera que al cierre del ejercicio actual se alcance un aumento que ronde el 9%”, apunta Francisco Martínez, gerente de Sidras El Gobernador. Y en este auge, algo tiene que ver la introducción de métodos y productos nuevos, así como los cuidados y acabados diferentes. “Es algo que lleva un tiempo haciéndose en muchas bodegas, pero que poco a poco está asentándose y cogiendo fuerza”, prosigue Martínez, que explica cómo en la elaboración de diferentes tipos de sidra están implantándose técnicas del sector vitivinícola, que juegan con aromas y matices tanto afrutados como ácidos.

Prensado tradicional de sidra.
Prensado tradicional de sidra.

Una de las marcas del grupo que mejor ha conseguido adaptarse a los nuevos tiempos es Emilio Martínez, catalogada como la mejor sidra de 2015 y de 2016, según la Denominación de Origen Protegida. Una de las razones que da Francisco Martínez es el valor añadido de contar con las especies de manzanas adecuadas para cada bebida, un aspecto que está siendo respetado con cada vez más fuerza en el sector de las sidras de autor, “ya que, generalmente, en las grandes producciones de esta bebida mezclan cantidades ingentes de manzana de un sinfín de variedades. Y para poder hablar de producto final es imprescindible centrarse previamente en el origen”, afirma.

A pesar de todos estos avances, en el sector, todavía son cautos. Estados Unidos es un mercado en el que la sidra ha sabido abrirse camino, coincide el gerente de Sidras Trabanco, otro de los grandes grupos asturianos, Samuel Trabanco. “Lo que ocurre es que allí supieron aupar a la sidra como una alternativa a la cerveza, pero tampoco hacen gran cosa en lo que a producto se refiere, entre otras razones por la materia prima de la que disponen”. Lo que necesita la sidra asturiana, continúa Trabanco, es dar a conocer el producto, además de innovar, por ejemplo, en lo que se refiere a los formatos: “Las botellas de 75 centilitros son quizá demasiado grandes, y hay que ir dejando paso a otras como el tercio”. En su caso, el 25% de la producción anual, que supera los cinco millones de litros, se destina a formatos y estilos de sidra diferentes. Esto es, entre otros, las conocidas como sidras brut, olas de nueva expresión, filtradas antes del embotellamiento y con un leve toque de gas.

“Tratamos de diferenciarnos de esas bebidas tradicionales dulces y de gas carbónico. Queremos ir hacia otro sector. Por eso defendemos utilizar la manzana adecuada, ya que hay en torno a 500 especies en todo Asturias para cada sidra, así como volver a otros elementos diferenciadores del producto final, como es el embotellado o el prensado tradicional”, afirma Martínez.

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