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Pilotos accionista para salvar Lufthansa

Podría desatascar el conflicto salarial, que dura ya años

Aviones de Lufthansa en el aeropuerto de Fráncfort, durante la huelga de ayer.
Aviones de Lufthansa en el aeropuerto de Fráncfort, durante la huelga de ayer.REUTERS

El CEO de Lufthansa, Carsten Spohr, necesita ideas nuevas para superar su disputa con los pilotos. Usar las acciones de la aerolínea como moneda para pagarles podría ser una buena opción.

La aerolínea canceló ayer casi un tercio de sus vuelos por la huelga de dos días convocada por sus 5.400 pilotos, que exigen una subida salarial del 20%. El conflicto está siendo largo y caro. En 2014 y 2015 una serie de huelgas costaron a la compañía 453 millones de euros.

Lufthansa no podría satisfacer las demandas de los pilotos aunque quisiera. La ratio masa salarial/ingresos de su división de pasajeros es casi el doble que la de su rival de bajo coste Ryanair. Alrededor de un tercio de esa masa salarial se le embolsan los pilotos, que en promedio ganan 180.000 euros al año, y que se han salvado de reducciones de costes anteriores.

A la compañía podría bastarle con emitir 8,7 millones de participaciones, menos del 2% del número actual

La última demanda salarial de los pilotos amenaza la viabilidad a largo plazo de Lufthansa. Nuestros cálculos sugieren que su factura salarial anual podría aumentar en casi 200 millones, lo cual rebajaría el beneficio de explotación esperado en 2017 más del 10%.

Convertir a los pilotos en accionistas podría desatascar la situación. Supongamos que Spohr ofreciera a los pilotos acciones por valor de 100 millones, la mitad del aumento de salario exigido. Con un descuento del 10% respecto al precio actual de la acción, la compañía tendría que emitir 8,7 millones de acciones, menos del 2% del número actual. La dilución de los accionistas no sería excesiva.

En el lado positivo, la aerolínea ahorraría efectivo y resolvería una acalorada disputa laboral, lo que a su vez sería bueno para el precio de las acciones, que han caído un 12% este año. Inducir espíritu emprendedor en la cabina podría suavizar las descabelladas exigencias de los pilotos, y garantizaría que tanto ellos como los inversores fueran en la misma dirección.

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