Los auditores de la UE vapulean al BCE por su supervisión bancaria
El Tribunal de Cuentas de la UE critica con dureza al BCE por no ejercer directamente la vigilancia de las entidades financieras El BCE apenas paricipa en la evaluación de los principales bancos, según los auditores
El Tribunal de Cuentas de la UE publica este viernes (18 de noviembre) un duro informe sobre la labor del Banco Central Europeo como supervisor bancario de la zona euro. Se trata de la primera evaluación desde que hace dos años el BCE asumió esa tarea con la creación del Mecanismo Único de Supervisión (MUS). Y el resultado está lejos de ser satisfactorio, según Neven Mates, miembro del Tribunal y principal responsable de la auditoría llevada a cabo.
El documento reconoce y alaba la rapidez con la que el BCE se vio obligado a crear (en solo 13 meses) una estructura tan compleja como el MUS, con casi un millar de empleados y encargada de supervisar directamente a los 130 principales bancos de la zona euro.
El problema, según Mates, es que “el BCE no evaluó de manera adecuada y por adelantado las necesidades de personal” que requería esa tarea. Como consecuencia, según el informe del Tribunal, el MUS se encuentra falto de recursos humanos y delega gran parte de su actividad en las autoridades nacionales, tal y como ya ocurría antes de la supuesta centralización de 2014.
El informe de Mates señala que solo el 12% de las inspecciones in situ en los bancos supervisados han sido lideradas por personal adscrito directamente al organismo del BCE. Y en el 92% de las inspecciones, todos los miembros del equipo de supervisión pertenecían al regulador nacional. “Nos ha sorprendido”, señalaba ayer Mates durante un encuentro con la prensa, “que incluso el Manual de Supervisión estipula que las inspecciones, por norma, deben estar encabezadas por personal del regulador nacional, lo que podría poner en riesgo la intención de los legisladores de colocar a a los grandes bancos bajo la supervisión directa del BCE”.
“El BCE no proporciona más que el 8% del personal que realiza las inspecciones in situ”, constata el Tribunal, que recomienda al organismo presidido por Mario Draghi “aumentar o reorganizar a su personal a fin de reforzar sustancialmente su presencia en las inspecciones in situ”. El Tribunal también pide que se aumente la proporción de inspecciones dirigidas por autoridades nacionales procedentes de un país distinto al de la entidad. Y que el MUS desarrolle un modelo para evaluar la idoneidad de los miembros nacionales de los equipos de supervisión porque “ahora carece de ese sistema”, según Mates. El informe pone fecha para que el BCE acate esas recomendaciones: finales de 2018.
- Falta de colaboración
Las pesquisas del Tribunal de Cuentas parecen haber incomodado al BCE y a su división de supervisión, el MUS, dirigida por la francesa Danièle Nouy. “Solo hemos evaluar su actuación de manera parcial porque el BCE se ha negado a compartir algunos documentos que considerábamos necesarios para auditoría”, se queja Mates.
El Tribunal de Cuentas estudia cómo superar la falta de colaboración del BCE, que se negó a facilitar documentación aduciendo que los jueces se estaban extralimitando de su mandato.
El conflicto, según Mates, confirma que el MUS opera desde su creación con un cierto vacío desde el punto de vista de la auditoría europea porque no en todos los países que participan se puede auditar al regulador nacional.
Mates celebra, en cambio, que el BCE haya aceptado 12 de las 13 recomendaciones cursadas por el Tribunal. El organismo de Fráncfort solo ha rechazado las recomendaciones sobre la falta de autonomía presupuestaria del MUS y sobre la utilización del mismo personal para tareas de política monetaria y de supervisión bancaria, a pesar de la separación prevista legalmente.
El BCE aduce que la separación estricta de las dos funciones aumentaría los costes de gestión y reduciría la eficiencia. Pero ese argumento puede dar alas a los países que, como Alemania, ya critican la atribución de la supervisión financiera al banco central. Berlín considera que ese conflicto de interés deberá resolverse tarde o temprano con una separación total, y no solo funcional, de ambas tareas.