Telefónica mira hacia el largo plazo
El camino emprendido por la teleco aumentará su solidez a largo plazo y mejorará su percepción en el mercado
La decisión de Telefónica de rebajar su retribución a los accionistas como fórmula para reducir la abultada deuda constituye una medida estratégica acertada tras los fallidos intentos de venta de sus filiales O2 y Telxius.
La compañía, que ha aprobado una reducción de su dividendo equivalente al 47% para 2017, ha decidido recortar la retribución a sus accionistas desde 0,75 a 0,55 euros por acción este año y hasta 0,40 euros por acción en efectivo el siguiente. Telefónica, que acumula una deuda en torno a los 50.000 millones de euros, prevé lograr “significativos ahorros” para los próximos años, que en 2017 serán de entre 1.800 y 1.900 millones de euros.
En una decisión que supone el primer gran movimiento estratégico impulsado por José María Álvarez-Pallete desde que asumió la presidencia en abril, la multinacional apostará por reducir su deuda por vía orgánica en un entorno de crecimiento del flujo de caja en lugar de hacerlo a través de la venta de activos. Con esta nueva política de retribución al accionista, Telefónica se sitúa en el entorno de sus competidoras y mantiene, aun tras el recorte, un reparto razonablemente atractivo para sus accionistas.
La iniciativa aprobada ayer es el paso lógico a seguir después de los intentos fallidos de venta de O2 y Telxius. El primer revés en esa estrategia de desapalancamiento fue el veto por parte de la Comisión Europea a la venta de la primera en Reino Unido a la china Hutchison. Una prohibición que Bruselas explicó en su momento por su potencial efecto pernicioso sobre la libre competencia y la innovación en el sector en el mercado británico, pero en la que muy probablemente jugaron también intereses políticos, dada la cercanía de la decisión de la CE con la fecha del referéndum sobre el brexit. En el caso de la OPV de Telxius fue la propia Telefónica la que desistió de la operación ante la baja valoración que contenían las ofertas recibidas.
En un escenario como ese, no habría sido ni sensato ni estratégicamente eficiente mantener intocable un generoso dividendo que constituye una de las retribuciones más altas del sector de telecomunicaciones europeo y seguir apostando, en cambio, por vender unos activos en una coyuntura poco propicia. Aunque a corto plazo la acción pueda acusar la decisión, el camino emprendido por la teleco aumentará su solidez a largo plazo y mejorará su percepción en el mercado. En la misma línea, parece acertado que la compañía haya rehusado fijar ahora un objetivo concreto de desapalancamiento que reduciría su margen de maniobra y podría dar lugar a decisiones forzadas poco beneficiosas para el negocio. Una vez disminuido el endeudamiento, será tiempo de volver a premiar a los accionistas.