El libre comercio, ante Valonia
Los grandes acuerdos siguen valiendo la pena, aunque haya que simplificarlos
Como Napoleón, el libre comercio ha recibido una paliza en Valonia. Pero a diferencia del emperador, que sufrió su derrota final en Waterloo, el comercio continuará. Aunque la región belga haya bloqueado un enorme pacto entre Canadá y la UE, estos acuerdos pueden aún conseguirse con tiempo, paciencia y un poco de creatividad.
El aparente fracaso del Acuerdo Económico y Comercial Global (AECG) encaja con dos visiones: la globalización está en retirada y la UE está colapsando bajo el peso de su burocracia. El Parlamento de Valonia, que representa a 3,6 millones de personas, rechazó el acuerdo. Citó varias razones, entre ellas una disposición que permitiría a las empresas demandar a los Gobiernos.
Lo cierto es que tales pactos se han vuelto muy complejos. Un acuerdo como el de AECG debe traducirse a 23 idiomas y ser depurado por los abogados para garantizar que todas las versiones son idénticas.
Hay tres lecciones importantes. La primera, que las negociaciones comerciales requieren regateo interno y externo. La UE podría separar la parte del acuerdo que elimina los aranceles, que no requiere aprobación de los Estados, de las disposiciones sobre inversión, que sí la requiere. Es más probable que el Gobierno de Bélgica envíe contraprestaciones económicas a Valonia.
Los pactos de comercio se han vuelto muy complejos
Europa también podría ser menos ambiciosa en el futuro. Los nuevos acuerdos comerciales cubren todo, desde cuestiones medioambientales hasta derechos humanos, asuntos de gran importancia. Pero cada tema adicional disminuye las posibilidades de que se consigan los beneficios de tener relaciones más estrechas, que en el caso del AECG incluyen un posible aumento del 20% en comercio bilateral.
Pese a todo, estos acuerdos valen la pena. Imaginemos que Valonia se dispusiera a lograr un acuerdo comercial con un país 10 veces mayor. Es probable que saliera perdiendo el más pequeño. Aunque se crea que la globalización deja atrás a la gente común, comerciar siendo parte de los 500 millones de habitantes de la UE da a Valonia, como a cualquier miembro del bloque, más opciones de lograr lo que quiere.