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Innovación

La inteligencia artificial y la robótica llegan al ‘sex-shop’

Varias empresas eróticas ya incoporan en sus inventos este tipo de innovaciones El objetivo es ofrecer en sus muñecos mucho más que relaciones sexuales

Real Doll.

Hace tres semanas en Japón, durante el Tokyo Game Show, fue presentada una herramienta de realidad virtual que, a través de unas gafas en 3D, convertía un simple maniquí en una figura femenina de apariencia real. Una prueba más del potencial que está alcanzado el sector tecnológico, pero no la única. “Los avances en la informática y la robótica han hecho posibles un sinfín de cambios, también en la industria erótica”, explica Matt McMullen, consejero delegado de la firma estadounidense Real Doll.

Modelos de rostros de Real Doll.
Modelos de rostros de Real Doll.

Esta empresa, que lleva casi 20 años en el sector, fabricando muñecas y muñecos eróticos, ha comenzado a trabajar para implantar en sus figuras unos cerebros robóticos, “equipados con inteligencia artificial y con la capacidad de interactuar con las personas reales”, prosigue. La idea de la compañía es que los habituales muñecos de silicona tengan la capacidad de establecer conversaciones y una relación mucho más intensa con los consumidores, así como poder desenvolverse con naturalidad en tesituras cotidianas.

Esto, sin embargo, no supone un remplazo a las relaciones entre seres humanos. McMullen afirma que estos muñecos son muy útiles para personas con problemas de socialización, de timidez o vacíos emocionales, que pueden encontrar en estos inventos una personalidad que se adapte a sus circunstancias. De hecho, añade, cada uno de estos cerebros virtuales es totalmente programable en función de la personalidad del cliente, “que puede solicitar tanto un robot vergonzoso como uno atrevido y manejarlo a través de un dispositivo móvil cualquiera”. Es decir, de la misma forma que los consumidores pueden hoy elegir el color del pelo, las facciones o ciertos atributos de sus muñecos sexuales, se comienza a ofrecer la posibilidad de escoger una forma de ser u otra. “Es en definitiva, ofrecer algo más que sexo”.

Todas estas características, explican desde la firma, son solo el preludio de lo que tarde o temprano vendrá. “De momento, estas muñecas y muñecos, porque aunque sean minoría, también hay mujeres que solicitan estos robots, pueden responder a ciertas preguntas y mantener conversaciones estándar, pero no pueden ni moverse ni profundizar demasiado en un diálogo”.

Una cara de robot acabada.
Una cara de robot acabada.

Sin embargo, diversos expertos en el sector vaticinan que en un futuro no muy lejano todas estas relaciones irán a más. Uno de ellos es el experto en inteligencia artificial David Levy, autor, entre otros, del libro Amor y sexo con robots: la evolución de las relaciones humano-robot, que afirma que en menos de 30 años ya existirán relaciones sentimentales entre seres personas y máquinas.

Algo más escéptico es el profesor y secretario del Instituto de Investigación de Robótica y TICs, de la Universidad de Valencia, Marcos Fernández. “Es cierto que en determinados ámbitos una máquina va a poder sustituir a un ser humano, pero de momento solo podrá ser en entornos bien acotados, en los que se conozcan bien las reglas del juego”. Este es el caso de una relación sentimental, ya que el robot puede aprender un diálogo o comprender una situación para la que se le haya programado. Pero más allá de ello, sigue siendo complicado que un robot pueda sustituir a una persona. Eso sí, Fernández reconoce que todos estos avances los abanderan ciertas industrias con mucho más potencial y poder que otras, como es la erótica. Por el momento, el precio de los robots sexuales de la firma estadounidense rondan los 10.000 euros.

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