Donald Trump: sexo, mentiras y cintas de video
Sí, es el título de la famosa película de 1989 protagonizada por Andy McDowell y James Spader. Y bien podría, en un lunes como hoy, ser el eslogan de la campaña electoral de Donald Trump. Cierto, los americanos, suele decirse, tienen una doble moral: la pública y la privada; en el caso de los políticos, esto se traduce en que, si un político, por ejemplo, engaña a su mujer, lo importante no es el hecho en sí mismo, sino la mentira y el encubrimiento que el adulterio lleva consigo. Y, desde el segundo debate electoral hasta el día de hoy, la campaña está siendo protagonizada por la vida sexual extramarital de un ex presidente, Bill Clinton y un candidato presidencial políticamente incorrecto, Donald Trump.
Empecemos por lo anecdótico: de Bill Clinton ya sabíamos todo, o casi todo. Los affairs con Paula Jones, Jeniffer Flowers, etc, habían sido objeto de polémica en la campaña presidencial de 1992 -en la que Clinton fue elegido presidente-, y estuvieron sujetos a juicios y/o acuerdos de mediación extrajudicial: en 1998, en pleno proceso de “impeachment” (caso Mónica Lewinsky), por el que la Cámara de Representantes y Senado votaron para remover a Bill Clinton de la presidencia, el presidente pagó 850.000 dólares a Paula Jones para no tener que ir a juicio. Sin embargo, el impeachment no salió bien y, al final, Clinton continuó siendo presidente dos años más y, en cambio, dos “Speakers of the House” republicanos -el cargo institucional más importante de Estados Unidos tras el de presidente y vicepresidente- tuvieron que dimitir de sus puestos, cuando se supo que habían mentido y ocultado relaciones adúlteras-extramaritales, en el mismo período de tiempo en que intentaban echar a Clinton de la presidencia. El que no tenga pecado, que tire la primera piedra.
La campaña está siendo protagonizada por la vida sexual extramarital de un ex presidente, Bill Clinton
¿Por qué aguantó Bill Clinton el tipo y continuó siendo Presidente? ¿Por qué dejó la Casa Blanca con un índice de popularidad del 58% (Obama está en el 54% y Bush estuvo, en el mismo período del final de su presidencia, en el 20%) y hoy lo tiene del 68%, siendo el presidente vivo más admirado y querido de la historia? Pues…, de nuevo, “¡es la economía, cenutrio!” Por mucho que Trump, en el segundo debate, se empeñara en decir que “los hechos son más elocuentes que las palabras” -en referencia a las infidelidades de Clinton, hechos, versus sus soeces palabras, grabadas en un video de la cadena de la NBC, en 2005, en el que Trump dice que, siendo famoso, “las mujeres te dejan hacerles cualquier cosa”-; lo cierto es que Clinton no ha pasado a la historia por sus infidelidades, sino porque, durante sus dos mandatos, se produjeron cuatro hechos económicos y empresariales de gran relevancia: la economía creció al 5%; se crearon 24 millones de puestos de trabajo de calidad y bien pagados, la tasa de paro bajó al 4%, lo que en Estados Unidos equivale al pleno empleo; el gobierno consiguió superávit en 1998, 1999 y 2000, por vez primera en décadas; y se produjo el estallido positivo de las Tecnologías de la Información, por el que Estados Unidos multiplicó por tres su competitividad y las empresas -especialmente las pymes, 99% del tejido empresarial norteamericano- incrementaron su productividad en un 50%.
Partiendo de la base de que todos tenemos defectos, hay que reconocer que algunos personajes singulares pasan a la Historia -a pesar de los errores- por grandes gestas: Winston Churchill, por salvar su país en la Segunda Guerra Mundial y, Bill Clinton, en palabras del ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan en su obra “The age of Turbulance” (2009, Penguin Press): “ha sido el mejor presidente económico de la historia de Estados Unidos en el siglo XX”. Ahí queda eso. Su mujer, Hillary no oculta, sino que saca pecho, del legado económico de su marido, en el que se inspira para poner en marcha su programa económico de llegar a la presidencia, con una fuerte apuesta por las infraestructuras, las energías limpias y las tecnologías de la información.
¿Puede ganar el candidato republicano con el 53% del censo (mujeres) en contra?
Bill Clinton pasará a la Historia por haber proveído a los norteamericanos de aquello que más les importa: crecimiento económico y generación de empleo. En cambio, si Trump no llega a ser presidente, no pasará de ser un mínimo apunte en los libros de historia. Rectifico: sí pasará a la historia de manera importante. Trump es el único fulano (no es peyorativo, en mi tierra, Toledo, hablamos de “fulano, mengano, zutano, etc) que ha conseguido dividir el partido republicano de Abraham Lincoln, hasta el punto de que hay un abismo entre las bases y el aparato del partido, que nadie parece ser capaz de solucionar. Aunque a 17 de octubre, Hillary vaya en cabeza y gane por 7% a Trump en estimación de voto, todavía hay un 40% del electorado (90%, blancos; 60% con solo estudios primarios o sin estudios) a quienes las perlas informativas de Trump no les afecta: le apoyaron cuando insultó a las mujeres, a los hispanos, a los afroamericanos, a la familia de un héroe de guerra que resultó ser musulmán, a McCain, por caer prisionero y ser torturado por los vietnamitas, a Megan Kelly (periodista de Fox News) porque “me tenía tanto odio que le salía sangre de…”; le siguieron alabando cuando un ex líder del KKK (Ku Klux Klan) le apoyó públicamente y Trump ni se inmutó…; la lista de ofendidos es tan larga, que aquí no cabe aunque, lógicamente, Hillary y Obama están incluidos.
Cuatro mujeres han acusado a Trump de acoso sexual. Michelle Obama ha puesto las cosas en su sitio: “Trump es un depredador sexual”; “sus declaraciones sobre las mujeres son vergonzosas”; “ninguna mujer merece ser tratada de esa manera”; “las palabras y comportamiento de Trump son un insulto a los hombres decentes”. De manera similar se expresó el republicano Paul Ryan (Speaker of the House) quien afirmó: “las mujeres merecen ser reverenciadas, no insultadas”.
Trump “tiene” el 40% del electorado a favor ¿Puede ganar con el 53% del electorado (mujeres) en contra?