El PSOE después de Sánchez
El PSOE tendrá que cerrar heridas y avanzar hacia un nuevo modo de liderazgo, no ya hacia dentro sino hacia fuera
La guerra interna en el PSOE desembocó el sábado en la dimisión del secretario general, Pedro Sánchez, desautorizado por una clara mayoría del Comité Federal. Quienes hablan de “golpes de Estado” no han entendido que se impuso el máximo órgano representativo del partido entre congresos, siguiendo las reglas democráticas.
El balance de los dos años de Sánchez incluye una elección sorprendente en primarias con un discurso renovador, un retroceso electoral continuado, un meritorio intento de ganar la investidura de la mano de Ciudadanos, luego un obstinado “no es no” a Rajoy, un intento de Gobierno alternativo condenado al fracaso y, lo peor, una enorme fractura en el seno del PSOE. Sánchez se escudó en la militancia frente a las estructuras del partido, y en vez de trabajar para forjar consensos se encerró con un grupo de fieles de bajo perfil político mientras rompía toda comunicación con el resto de dirigentes. De ahí su caída, que no puede darse por definitiva porque podrá presentarse a las próximas primarias. La gestora tiene el reto de preparar al partido para decisiones difíciles, entre ellas su aportación a la gobernabilidad del país. El PSOE tendrá que cerrar heridas y avanzar hacia un nuevo modo de liderazgo, no ya hacia dentro sino hacia fuera.