Incertidumbre política
El PSOE ha sufrido su enésimo fracaso histórico consecutivo y va de derrota en derrota hasta el desastre final
Como nos enseñaba Keynes, cuando piensas que va a llegar lo inevitable sucede lo imprevisto. Los votantes vascos y gallegos han acabado con la falsa calma y han desatado el huracán.
El Partido Popular mantiene su mayoría absoluta en Galicia y el PNV refuerza su liderazgo en Euskadi. O sea, la derecha al alza y la izquierda a la baja. El votante mayoritariamente ha preferido certidumbre y seguridad a experimentos de cambio que no han conseguido transmitir confianza, a pesar de la crisis económica y la corrupción sistémica del PP.
El PSOE ha sufrido su enésimo fracaso histórico consecutivo y va de derrota en derrota hasta el desastre final. Podemos, al que las encuestas le situaban como primera fuerza en Euskadi hace poco más de un año, se ha quedado en un modesto 14%. En Galicia, camuflados con la marca En Marea, sumando voto de extrema izquierda y nacionalista, ha subido hasta el 18% y ha perdido votos en los ayuntamientos de grandes ciudades, como sucedió en Madrid y Barcelona el 26J. Pedro Sánchez estaba al borde del precipicio y ha decidido dar un paso al frente.
Sin el apoyo de la ejecutiva que él mismo eligió, se aventura frente a un Comité Federal el sábado para proponer congreso y primarias el 23 de octubre, una semana antes de finalizar la legislatura; comité en el que es altamente probable que tenga un voto en contra de su propuesta, dejando en evidencia su falta de liderazgo.
Albert Rivera ha obtenido doble cero en Euskadi y Galicia y ve cómo la estrella naranja se apaga. Y don Tancredo Rajoy, como observador de lujo, hace cálculos con sus expertos demoscópicos de cuántos escaños podría aumentar la diferencia con el PSOE si se dan unas terceras elecciones.
Las segundas fueron ya un hecho inédito y las encuestas se equivocaron estrepitosamente. Las terceras elecciones son un hecho desconocido de la naturaleza y nadie sabe qué sucedería. De todas formas, queda un mes y todo es posible en nuestra querida España.
Gracias a las compras de deuda pública del Banco Central Europeo (BCE) y el petróleo barato, la economía mantiene un dinamismo y una creación de empleo muy meritoria. Pero España tiene el mayor déficit público de la eurozona, la mayor deuda pública desde 1909 y Rajoy ha comprometido un ajuste de déficit de 20.000 millones de euros en 2016 y 2017 con recortes adicionales de 10.000 millones. El Gobierno en funciones ni nos explica las causas ni cómo solucionarlo.
Asumiendo el bajo nivel de los cuatro partidos políticos que tienen que llegar a lograr acuerdos, que el Gobierno haya decidido prorrogar el presupuesto es un mal menor.
Este sainete nos ayuda a valorar más aún la transición que vivimos en los años setenta y ochenta y que hoy habría fracasado. Y España vuelve a demostrar que es una economía muy agradecida con un elevado potencial de crecimiento, incluso sin un Gobierno.