_
_
_
_
_

Las cuentas nucleares no salen

¿Estaría usted dispuesto a pagar más en la factura de la luz para poder albergar (más) centrales nucleares? O, en otras palabras, ¿cuál es el sentido económico de la energía nuclear en 2016? La construcción de la central de Hinkley Point, en el Reino Unido, pone cifras sobre un debate que siempre ha estado viciado. La energía nuclear como fuente barata y limpia de generación de electricidad siempre ha tenido bastante de propaganda. Hoy es, sencillamente, insostenible.

Hinkley Point es uno de los dos proyectos de construcción de reactores nucleares en Europa Occidental. El otro, el de Olikuoto, está enfangado desde hace más de cinco años en sobrecostes, retrasos y pleitos. Hinkley Point no pinta mucho mejor. El Gobierno de Theresa May dio luz verde al proyecto, por más que económicamente sea una aberración.

Para poder cubrir los descomunales costes de construir este nuevo reactor nuclear (18.000 millones de libras), el Gobierno británico prometió a los constructores un precio fijo de compra: 92,5 libras por Megawatio hora. Durante 35 años. Los futuros de la electricidad en Reino Unido están en torno a la mitad, de 38 a 47 euros (según plazo); en Alemania cerca de los 30 euros y en Francia de 40 a 45.

La oficina parlamentaria de control del gasto, el National Audit Office, calcula que los consumidores tendrán que asumir un sobrecoste de 30.000 millones de libras a lo largo de 35 años para cubrir la diferencia entre el precio de mercado de la electricidad y el precio pactado con los gestores de la central (la francesa EdF). En 2013 la previsión era de 6.000 millones, dado que las previsiones de precios eléctricos eran más elevadas.

“Apoyar nuevos proyectos nucleares puede llevar a costes más elevados que seguir apoyando la energía solar o eólica”, añade el informe. Este verano la china Dong Energy ha firmado un proyecto de energía eólica marina en Holanda con un precio fijado de 72,7 euros por megawatio hora. En Abu Dhabi se ha firmado un contrato de energía solar por menos de 25 euros.

Hace tiempo que el debate sobre la energía nuclear no es económico, sino otra cosa. El único motivo plausible para invertir en esta fórmula de generación es la necesidad de tener un sistema de respaldo para los días en los que no hay sol ni viento. Fiar inversiones descomunales a varias décadas vista y generar residuos radiactivos de varios miles de años de vida a que no se conseguirá, en los próximos 20 años, desarrollar sistemas alternativos de almacenamiento o generación suena un poco excesivo.

Preo es precisamente este carácter pantagruélico, en tiempo y dinero, de las centrales nucleares lo que las hace tan apetecibles para la industria. No hay demasiados negocios en los que puedas blindar por contrato un monopolio parcial, a precio fijo, durante varias décadas. Pero esta vez la tecnología juega en contra; las energías renovables tienden a ser más baratas (una sencilla cuestión de escala y eficiencia), mientras la nuclear se vuelve más cara según las exigencias de seguridad son, a golpe de catástrofe, mayores. Véase Garoña.

La energía nuclear nunca ha sido barata; si ha podido parecerlo es, principalmente, porque es una actividad cuyos riesgos asociados no los asume el sector privado, sino el Estado. Por decirlo de otra forma, no sé qué aseguradora estaría dispuesta a cubrir una póliza por los costes de un eventual Fukushima. En definitiva, la energía nuclear no es solo una forma un tanto extrema de hervir agua. También es bastante cara.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_