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Entrevista

Viñas: “Franco nunca dijo a Hitler que no entraría en la guerra”

El historiador Ángel Viñas demuestra que Churchill sobornó al entorno del dictador a través de Juan March

Manuel G. Pascual

Winston Churchill estuvo a punto de ordenar la invasión de las islas Canarias. La operación estaba diseñada; incluso preparó un ejército de 10.000 hombres en las Highlands escocesas a tal efecto. El premier inglés quería dar un golpe de autoridad para que la España de Franco no entrara en la Segunda Guerra Mundial. En la segunda mitad de 1940 la situación de los británicos era crítica: Hitler acabó en mayo con Francia en tan solo cinco semanas y en verano inició la Batalla de Inglaterra. Londres contraatacó donde podía: en el norte de África, escenario del que tardaría tres años y medio en expulsar a los alemanes. Gibraltar era más importante que nunca para nutrir el frente africano. Era imprescindible que Madrid no se alinease con Berlín.

Pero los soldados británicos nunca tuvieron que pisar España. No hizo falta. Londres puso en marcha todo tipo de medidas (la invasión era la última opción) para disuadir a Franco de entrar en guerra. Y funcionó. El exdiplomático e historiador Ángel Viñas demuestra en su último libro, Sobornos. De cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco (Crítica), que una de esas herramientas fue comprar los favores de varios generales del dictador con el equivalente a unos 350 millones de euros al cambio actual, una cantidad muy superior a la que dieron a Charles de Gaulle entre 1940 y 1941 para organizar la Francia Libre. Llega a esa conclusión tras analizar una serie de documentos británicos de los Archivos Nacionales de Kew desclasificados en 2013. “Yo no digo que la Operación Sobornos fuera lo que evitó que España entrara en guerra. Pero contribuyó a ello, indudablemente”.

Viñas deja claro que, contrariamente a lo que se ha dicho, no fue la habilidad o prudencia de Franco la que logró que el país permaneciera neutral en la mayor guerra que ha visto el mundo, evitando la muerte de miles de ciudadanos. “Franco nunca le dijo que no a Hitler. Al revés: España se incorpora al Pacto de Acero, rompiendo la neutralidad. Lo que no le piden los alemanes en un primer momento es que fije el momento de entrada en la guerra, porque eran conscientes de que el Caudillo tenía que preparar a la población”, apunta.

Ángel Viñas, durante la entrevista con Cinco Días.
Ángel Viñas, durante la entrevista con Cinco Días.Pablo Monge

De hecho, Franco “siguió las reglas canónicas” para formalizar su interés en apoyar al III Reich: “Mandó al general Vigón a ver a Hitler; luego hizo una gestión oral por la Embajada de España en Berlín, presentando su demanda de entrar en guerra si se le garantizaba el imperio norteafricano, y después lo hace por nota verbal”, resume el historiador.

Afortunadamente, Hitler no quiso prometerle a Franco lo que pedía. “El Führer no se fió de los españoles. Temió que no guardasen el secreto y que, en cuanto se supiera en la Francia de Vichy que se había prometido el Marruecos francés a Franco, se rebelarían”, concluye.

Los británicos, pragmáticos ante todo, no se quisieron arriesgar. Por eso, además de presiones políticas y diplomáticas, medidas de inteligencia y operaciones clandestinas, decidieron comprar al círculo íntimo de Franco. Y el empresario y banquero Juan March, que también estaba en contacto con los alemanes, jugó un papel esencial en ello.

“March hizo propuestas de colaboración a los ingleses ya en septiembre de 1939, que se estudiaron pero que no llegan a un estadio operacional. Más tarde, en 1940, cuando la situación era otra, se decide poner en marcha Sobornos. Yo presumo que es una idea de March, pero no lo puedo demostrar”, apunta Viñas. El hombre de negocios hizo de intermediario entre los más de 20 generales y miembros del Gobierno, entre ellos Nicolás Franco –el hermano del dictador– y los generales Orgaz, Aranda y Kindelán, y los 350 millones que se les dio.

March entregó pequeñas cantidades en efectivo a los corruptos y el resto, ingresado en cuentas en Ginebra y Nueva York, se lo hizo llegar a través de una sofisticada trama de blanqueamiento de fondos, que Viñas ha bautizado como Operación Navíos. “March compró barcos para ponerlos al servicio de la causa aliada. Luego, Londres le autorizó a hacer una operación de importación de productos ingleses, financiados por estos últimos, parte de los cuales se vendían en el mercado negro. El dinero así obtenido iba a parar a los bolsillos de los corruptos”, explica el historiador. Ese estraperlo contribuyó a que España no entrara en la Segunda Guerra Mundial.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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