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Columna
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Arabia Saudí se enfrenta a la austeridad

Entre 2003 y 2013, gastó en infraestructuras una media anual del 5% de su PIB y creó un millón de empleos

Khalid al Falih, ministro de Petróleo de Arabia Saudí.
Khalid al Falih, ministro de Petróleo de Arabia Saudí. REUTERS

Los grandes lujos suelen ir seguidos de raciones más moderadas. Es el caso de Arabia Saudí, que tendrá que recortar su gasto para frenar un cifra récord en el déficit presupuestario en un momento en el que los precios del petróleo están atascados por debajo de los 50 dólares. Apretar demasiado el cinturón conlleva riesgos económicos, pero tiene más sentido que seguir despilfarrando.

Hay signos de que en el país lo saben. El Gobierno podría cancelar un tercio de los proyectos de infraestructuras, valorados en casi 70.000 millones de dólares, para ayudar a las finanzas públicas. Una estrategia arriesgada. Entre 2003 y 2013, gastó en infraestructuras una media anual del 5% de su PIB y creó un millón de empleos, según los consultores de McKinsey & Company. El recorte en inversiones en nuevas carreteras, ferrocarriles y centrales energéticas será un nuevo lastre para el crecimiento, que Moody’s espera se reduzca al 1,2% en 2016, un tercio de lo que creció el año pasado.

Hasta ahora, Arabia Saudí no ha tenido problemas para financiar un déficit que se disparó al 15% del PIB en 2015, desde un superávit en 2014. Pero ignorar este aumento solo aplazará los problemas.

El reino pierde dinero a un ritmo alarmante. Las reservas de divisas del banco central se han reducido casi un cuarto desde que los precios del crudo empezaron a caer en la segunda mitad de 2015. A pesar de los recortes en áreas clave como la sanidad, algunos analistas del sector privado predicen que el déficit podría superar los 100.000 millones este año si no se frena más el gasto, lo que podría llevar a los inversores a ser más cautos al comprar su deuda. Salvo que los principales productores de petróleo puedan mostrar más unidad en el recorte de la producción, la opción más segura para el país es una dieta relámpago.

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