La investidura ya está en marcha
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, parece haber decidido ya qué quiere que su partido sea de mayor: un partido útil, una herramienta que contribuya a la gobernabilidad de un país con el voto fragmentado y que huya de los bloqueos en los que había caído tras los amargos resultados que obtuvo el 26 de junio. Rivera y los 31 diputados de C’s que le acompañan tienen perfecto derecho a pedir severas contraprestaciones para respaldar el Gobierno de quien ha ganado las elecciones; tienen perfecto derecho a hacer valer aquello en lo que creen y que les consolidará en el Parlamento: convertirse en el motor de una regeneración de la democracia a la que los partidos tradicionales tienen inexplicable resistencia.
Tal es el contenido de las seis exigencias planteadas a Rajoy, y que este no podrá rechazar para dar un respaldo positivo a la investidura que ha echado a andar. Pero el espíritu reformador y pactista debe ir más allá de la investidura, para la que sigue siendo preciso el concurso pasivo del PSOE y al que no podrá negarse, o no podrá explicar, si Rajoy lleva 169 escaños. Debe hacer un pacto de gobernabilidad que garantice estabilidad política durante varios años en los que España se juega muchas cosas, y no puede estar al pairo del humor, bueno o malo, de Albert Rivera.