Merkeleando
La técnica de aplazar decisiones difíciles con la esperanza de que el tiempo resolverá el problema ha sido empleada por muchos políticos. La canciller Merkel la ha llevado a tal extremo que en Alemania ya se utiliza la palabra "Merkel" para describir la actitud de no enfrentarse con valentía y decisión a un desafío. Merkel es física de formación, e inicialmente sus asesores justificaban su extrema cautela como un método válido de diagnóstico gradual y evaluación de una situación fluída -- algo propio de los físicos. Merkel tardó demasiado en aceptar que el Banco Central Europeo acudiera al rescate del euro con compras de deuda soberana en los mercados secundarios. En cambio sí hay que darle el mérito de forjar un consenso rápido para imponer sanciones a Rusia después de su anexión de Crimea y agresión en Ucrania oriental. En cambio, cuando Merkel ha tomado decisiones rápidas, se ha equivocado de manera colosal. Después del terremoto y tsunami que causó el accidente de Fukushima, se precipitó y adelantó el cierre de las centrales nucleares alemanas. El norte de Europa no tiene fallas sísmica y mucho menos tsunamis. Y es absurdo renunciar a la energía nuclear por un miedo irracional cuando Francia está repleta de ellas. En 2015, Merkel decidió acoger a aproximadamente 800.000 refugiados sirios y afganos. Esta noble postura ha tenido consecuencias nefastas. Tal volumen de refugiados ha desbordado la capacidad de las autoridades alemanas, provocado enfrentamientos entre el gobierno federal y el de Baviera (contrario a la entrada masiva) e indirectamente provocado el aumento del populismo anti-inmigración en Austria, Francia y el Reino Unido. Después de la vergonzosa campaña del Brexit y las absurdas exigencias británicas de pretender empezar a negociar antes de lo legalmente establecido (sólo el gobierno británico puede activar el proceso poniendo en marcha el artículo 50 del tratado de Lisboa) los líderes de la UE y sus principales potencias cerraron filas, advirtiendo a Londres que no habría negociación informal sin artículo 50 y que el Reino Unido no tendría el acceso a la carta al mercado único que pretende: rechazar el movimiento de personas como trabajadores pero mantendiendo el de bienes, capitales y servicios. Se rechazó además con indignación desde Bruselas y otras capitales europeas que Theresa May nombrara al provocador Boris Johnson ministro de Asuntos Exteriores. Algunas potencias agrícolas que pueden obtener acceso privilegiado a un mercado de 80 millones de personas (Australia, Canadá) mostraron su interés por negociar acuerdos de libre comercio con el Reino Unido, que apenas cuenta con un sector agrícola propio. Alentada por estos éxitos iniciales, Theresa May se plantó en Berlín. Apenas pude contener mi rabia al presenciar en directo la recepción por todo lo alto que le dio Merkel. Alfombra roja larguísima, saludo a numerosos cargos políticos y militares alemanes, conferencia de prensa por todo lo alto. Evidentemente Alemania protege sus intereses comerciales y económicos. Pero está minando los de la UE. Y facilitando que el caballo de Troya británico siga dividiendo y venciendo en sus relaciones con el que aún es por mucho el mayor mercado común del mundo, con 420 millones de personas descontando a los británicos. Merkel gobierna con el partido Socialdemócrata y pretende otro mandato en los comicios de otoño de 2017 en coalición con el SPD o los liberales. Espero no se produzca. La CDU necesita un nuevo líder. De lo contrario espero se constituya una coalición entre el SPD y los liberales después de las próximas elecciones. Ya hemos sufrido suficiente merkeleo.