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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un mercado que vuelve a mirar al futuro

Thinkstock

La debacle que siguió al estallido de la burbuja inmobiliaria arrasó con el floreciente y, al tiempo, desequilibrado sector de la construcción en España y dejó tras de sí prácticamente un desierto. Sin embargo, poco a poco ese panorama estéril se ha ido recomponiendo y donde en aquellos años crecía abundantemente la especulación con viviendas hoy se vislumbra un sector más equilibrado, en el que destaca la apuesta por el alquiler y el crecimiento del mercado ligado a oficinas y locales comerciales. Como consecuencia de esa transformación, los inversores internacionales han regresado poco a poco a España en busca de buenas oportunidades. Si en 2012 el montante de inversión directa ascendió a 1.100 millones de euros, en 2013 la cifra era ya de 1.892 y al año siguiente superaba los 3.000. Si al negocio estrictamente inmobiliario se le une la inversión acaparada por el sector de la construcción, el total en 2015 suma casi 8.000 millones, lo que supone más de un tercio de todos los fondos internacionales captados por la economía española.

Las razones que explican este resurgimiento del sector no son ningún secreto. Por una parte, tienen que ver con la evidente mejora de la percepción de España en los mercados internacionales tras una etapa –la que se correspondió con los peores momentos de la crisis de deuda soberana– en la que el riesgo país desalentaba cualquier tipo de inversión. Por otra, se explican por la rebaja y estabilización de los precios en los últimos años, que han convertido al sector en una fuente de oportunidades atractivas.

También hay que tener en cuenta el impacto que han tenido instrumentos de inversión como las socimi –sociedades anónimas cotizadas de inversión en el mercado inmobiliario– y los movimientos corporativos a que han dado lugar, incluido el nacimiento de la primera inmobiliaria cotizada española, fruto de la fusión de Merlin Properties con Merrovacesa. Y el progresivo descongelamiento de las fuentes de financiación en la banca, tras los largos años de sequía vividos durante al crisis, que ha posibilitado un nuevo repunte de la concesión de hipotecas. Ni las condiciones ni el perfil del solicitante tienen nada que ver con los años de los excesos de la especulación, otro síntoma más de los mimbres –más sanos– con que está creciendo el sector.

Por todas esas razones, el mercado inmobiliario vuelve a ser una interesante opción para los inversores minoristas y todo apunta a que tiene por delante un buen margen de revalorización. Desde los fondos especializados, cuya rentabilidad anual media en los últimos cinco años en Europa ha sido casi del 15%, las acciones –con oportunidades escasas, pero con potencial, como Colonial o Merlin– y las Socimi, si se elige un enfoque a medio plazo. Sea cual sea la vía elegida, se trata de un mercado que vuelve a mirar al futuro. Y que no debe repetir los excesos del pasado.

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