La política de luces cortas, en el bloqueo
El PSOE haría mal en cerrarse por anticipado a cualquier entendimiento con el PP. Y se equivoca Rajoy si espera beneficiarse de abstenciones a cambio de nada
La gobernabilidad de España sigue en el aire tras la ronda de conversaciones del presidente en funciones, Mariano Rajoy, con los líderes de la oposición. La reunión de ayer con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no aclaró el panorama. Queda descartada la gran coalición, como estaba descontado, y el PSOE se mantiene “a día de hoy” en el no a Rajoy. Sin cambios sustanciales por ahora, consuela poco el tono más cordial. Al menos no se repitió el error de diciembre:negarse a negociar. Sánchez dijo que se reunirán las veces que haga falta. Y sugirió que si el PP amplía sus apoyos más allá de sus 137 diputados, aunque no llegue a 176, reconsideraría su postura. Así deja la pelota a otros. Pero Rajoy dio a entender que no se presentará a la investidura sin haberse asegurado antes los apoyos. Así las cosas, España queda instalada en el bloqueo. Y sin candidato formal ni siquiera correría el plazo de dos meses antes de volver a las urnas.
El PSOE haría mal en cerrarse por anticipado a cualquier entendimiento con el PP. Se puede comprender su temor a retratarse junto a su rival político, las tensiones internas, el miedo a dar a Pablo Iglesias todo el protagonismo en la oposición. Pero ¿ni siquiera está dispuesto a dar una abstención si a cambio saca adelante parte de su programa? Por ejemplo: ¿quiere arrancar medidas de política social, abrir la reforma constitucional, avanzar en la regeneración democrática, lograr cambios en la reforma laboral, en la ley Wert, en la llamada ley mordaza? También es una equivocación que Rajoy pretenda beneficiarse de una abstención socialista sin hacer un mínimo esfuerzo por ofrecer a su potencial aliado cesiones sustanciales en aquellos terrenos que más les han dividido. La estrategia del presidente de sentarse a esperar que los acontecimientos maduren no es propia de quien aspira a liderar el país.
Por ahora solo Ciudadanos se ha movido, y tampoco tanto:de su inicial veto a Rajoy (sobreactuado en campaña, desestimado a la luz del resultado electoral), los de Albert Rivera ofrecen ahora su abstención en una segunda votación, lo que solo haría posible la investidura si el PSOE hiciera lo mismo. Y de ahí saldría un Gobierno débil, que tendría que pelear cada proyecto. Es inaudito en España que la formación de Gobierno requiera apoyo directo o indirecto de la oposición, pero a ese escenario han llevado los votantes.
Es hora de dejar de hacer política con las luces cortas. A diferencia del escenario surgido del 20D, los resultados del 26J no dan otra posibilidad que un Gobierno liderado por el PP. Si logra evitarse el ridículo de una tercera llamada a las urnas, los partidos tendrán que trabajar en serio en la formación de grandes consensos. Eso implica arremangarse y asumir riesgos. Una oposición exigente no consiste en decir no a todo;gobernar en minoría obliga a tomar la iniciativa de los acuerdos. Los españoles exigen altura de miras.