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Tribuna
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La empresa familiar merece sitio en la agenda

Estas compañías representan el 90% de las sociedades mercantiles inscritas en España y generan en torno a siete millones de puestos de trabajo

Mientras sigan las negociaciones para la formación de un Gobierno en el nuevo mandato, seguiremos con una de las asignaturas más importantes suspendida y con serias dificultades para ser recuperada: la creación de empleo. A pesar de la mejoría en las cifras, fruto de la estacionalidad del ciclo y de una tímida recuperación económica, los elevados niveles de desempleo y las dificultades para conseguir un trabajo estable y con un sueldo digno siguen estando por el momento muy presentes.

Por eso, cuando algunos estudios, como el que recientemente ha publicado el Instituto de Empresa Familiar, arrojan conclusiones tan contundentes, resulta obligado prestarle atención y tomar buena nota. ¿Y cuál es esa conclusión? Las empresas familiares son muy intensivas en mano de obra y, durante los últimos siete difíciles años de crisis económica, se han mostrado más responsables y comprometidas con el empleo.

Según el estudio La empresa familiar en España, estas compañías representan el 90% de las sociedades mercantiles inscritas en España, cerca de 1,1 millones; aportan anualmente a la economía un valor añadido equivalente a 262.000 millones de euros (el 60% del valor añadido bruto creado por el sector privado), y generan en torno a siete millones de puestos de trabajo (el 70% del empleo generado por las sociedades mercantiles del sector privado). La evidencia de su compromiso con el empleo se observa al comprobar que aquellas empresas familiares que han seguido activas durante la crisis han incrementado el número de trabajadores por cada millón de euros ingresado, aunque ello haya ido en detrimento de unos menores márgenes de rentabilidad.

De la importancia de las empresas familiares ya es consciente la Unión Europea. Por ello, una reciente recomendación del Parlamento Europeo (Report on Family Businesses in Europe, 2014/2210, INI, aprobada el 8 de septiembre de 2015) reconoce la importancia de los datos estadísticos para desarrollar una política efectiva de apoyo a las empresas familiares, solicitando a la Comisión Europea el desarrollo, en cooperación con Eurostat, de una definición de empresa familiar adecuada para llevar a cabo estudios en esta materia.

La recomendación pone énfasis en concentrarse en los aspectos de propiedad y en las diferencias entre empresas familiares y no familiares. Concretamente, se establece que “una definición común en Europa de empresa familiar es necesaria no solo para mejorar la calidad de la obtención de datos estadísticos sobre el sector, sino también como instrumento para que los rectores de la política económica puedan identificar mejor las necesidades de la empresa familiar y de la sociedad”.

"La recomendación del Parlamento Europeo pone énfasis en concentrarse en los aspectos de propiedad y en las diferencias entre estas y otras compañías”

Pero el estudio del Instituto de Empresa Familiar también pone de manifiesto algunos retos que debe asumir la empresa familiar, fundamentalmente cuatro: sobrevivir a las incertidumbres económicas, superar las dificultades para aumentar de tamaño, internacionalizarse y garantizar su continuidad.

Conocer las reglas de juego, confiar en que sean estables y reducir en la medida de lo posible la incertidumbre son condiciones fundamentales para que todos los participantes en la economía actúen de forma eficiente, pero en el caso de las empresas, esta condición es más importante si cabe. De ahí que tantos meses esperando la formación de un Gobierno o situaciones tan desconcertantes como el brexit no son la mejor receta para generar el clima de confianza necesario.

Que el tamaño importa lo demuestra el hecho que las empresas familiares que superan el umbral de los 50 trabajadores son capaces de obtener rentabilidades económicas superiores a las no familiares. Con este dato se rompe la idea de que las empresas familiares son siempre más pequeñas y menos rentables que las no familiares, pero al mismo tiempo se pone de manifiesto la necesidad de crecer.

Respecto a la internacionalización empresarial, los años de crisis han demostrado que diversificar los mercados es el mayor antídoto ante situaciones de recesión como las vividas, pero los datos muestran que las empresas familiares aún están muy lejos de poder superar ese reto. La mayoría tiene un ámbito de mercado regional (60,4%), o nacional (28,3%), de forma que solo un 11,3% realiza ventas en mercados extranjeros.

Para garantizar la continuidad es fundamental diseñar y planificar adecuadamente el proceso sucesorio, pero en paralelo es muy importante disponer de un marco fiscal que facilite la transmisión de proyectos empresariales entre generaciones, de manera que la existencia de elevadas cargas fiscales no lastre un proceso ya de por sí muy complicado y de alto riesgo.

En conclusión, tenemos la suerte de contar con un tejido empresarial familiar que tiene en su ADN una cultura y unos valores que le llevan a actuar de forma responsable: una vocación de continuidad; menores ratios de endeudamiento y un mayor compromiso con el empleo. Acompañarle en la superación de sus retos y profundizar en sus fortalezas parece una apuesta segura e inteligente.

Fernando Álvarez es codirector del máster en Dirección y Gestión de la Empresa Familiar de la Universitat Abat Oliba y la Universitat Oberta de Catalunya.

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