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Los adioses

Joseph Haydn, "Abschieds"-Symphonie Nr. 45 in fis-moll

4º movimiento (Presto-Adagio) "Los adioses"

Ha circulado la versión según cual Haydn, con el último movimiento de la sinfonía nº 45, pretendía reivindicar ante el príncipe Esterhazy la precaria economía de sus músicos y conjurar el riesgo de que fueran despedidos. Sin embargo, si recurrimos a una fuente directa como Griesinger[1] podemos concluir que la “mascarada” que representa este movimiento de la sinfonía era una manera de reivindicar que los instrumentistas pudieran reunirse con sus familias.

Haydn, a pesar de su origen humilde, llegó a convertirse en el Kapellmeister (director) de la orquesta de la corte de la familia Esterházy, una de las más acaudaladas de Europa en aquella época. La orquesta que el príncipe sostenía era mucho más pequeña de lo que hoy se conoce como orquesta sinfónica ya que se componía de apenas 13-15 intérpretes. Solo posteriormente y, con la necesidad de ejecución de óperas, la orquesta se amplió a 22-24 músicos.

En ambos caso, las orquestas sinfónicas actualmente son mucho más grandes de lo que antes se las denominaba como tal. Al fin y al cabo, la orquesta como hoy, la conocemos es una invención de la época y por lo tanto estaba en fase “larvaria”. Desarrollarse y crecer fue toda una necesidad ya que tenían que estar a la altura del reto que posteriormente demandarían los compositores del clasicismo tardío y el romanticismo.

En 1762 murió el príncipe Paul Anton, quien había contratado a Haydn como compositor de la corte; su hermano Nikolaus, heredero del principado, mantuvo la orquesta con Haydn a su servicio. Sin embargo, el Príncipe Nikolaus Esterházy gustaba de pasar largas temporadas en Eszterháza[2], donde la familia tenía un palacio. En un principio, el príncipe solo pasaba la época estival en su Palacio de Esterhazy y durante el resto del año en Eisenstadt, de donde era la familia o bien en la ciudad imperial de Viena.

Parecía evidente que al príncipe Nikolaus no le atraía Viena (donde la mayoría de los terratenientes y nobles gustaban de pasar todo el tiempo) y a medida que pasaban los años, las estancias en Eszterháza se ampliaron tanto que el príncipe acabó pasando del orden de 10 meses al año en dicho palacio. La vida rural y la caza eran su pasión.

A pesar de que Palacio de Esterhazy era un lugar enorme, todas las personas del servicio del príncipe (los músicos eran también parte del servicio, como una doncella o sirviente más) debían ir sin compañía alguna. Las familias y amistades de todos – con excepción de la del propio Haydn – debían permanecer en Viena o bien (los menos) se alojaban en precario, en la localidad vecina al palacio. Sea como fuere, todos esperaban ansiosamente el final de las “vacaciones” del príncipe para poder disfrutar con normalidad de sus respectivas familias.

Sin embargo, en 1772, el Príncipe Nikolaus parecía querer demorar día a día el regreso a Viena y los músicos y demás empleados estaban desesperados. Pidieron ayuda a Haydn y este (en tono humorístico) decidió avisar al príncipe de la razonable demanda de sus compañeros.

“Nichts mehr”[3]

El final de esta sinfonía es único en la historia. Después del explosivo allegro con el que comienza el movimiento, de pronto aparece un inesperado adagio que domina toda la estructura del movimiento que no es más que un enorme "decrescendo” en volumen y una constante reducción del espectro tímbrico de la obra.

¿Como construye esto Haydn?: a medida que avanza el movimiento (y las partes de cada uno de los grupos musicales dejan de tener una función en la obra) los interpretes dejaban de tocar, apagaban la vela del atril, hacían una reverencia (despidiéndose del príncipe) y salían de la sala. El proceso empieza con el primer oboe y el segundo corno que guardan silencio abruptamente. Para evitar que quedara alguna duda, Haydn escribió “nichts mehr”[3] en la partitura.

La música continúa y uno a uno los músicos tocan el tema de despedida y se retiran. Los que van quedando vuelven a tocar el mismo tema, que cada vez (en su hartazgo) suena más enfático y parece más lento. Tras las primeras “deserciones” le toca el turno al fagot, luego al segundo oboe, el primer corno, el contrabajo (cuyo solo es más elaborado que el del resto) y así sucesivamente. Después desaparece el cello, luego se van la viola y la mayoría de los violines. Al final, solo quedan dos violines (el de Tomasini y el del propio Haydn) que tocan con sordina. De pronto ambos enmudecen, y acto seguido apagan las dos velas restantes.

El Príncipe Nikolaus Esterházy se dio por aludido pronunciando el célebre “Si todos se van, igual nosotros también deberíamos irnos”. Al día siguiente toda la corte volvió a Viena.

En esta pequeña obra que comenzó hace ahora casi una semana, queda por saber quién hará el papel de Príncipe Nikolaus Esterházy (el dúo Juncker/Merkel o el Farage-Johnson) y quienes el de músicos (los países que forman la UE o los que forman el Reino Unido).

Todo es posible. La desintegración, los avisos, las reivindicaciones, las razones, … pueden ir en las dos direcciones. Todos deben aprender, comprender (y reparar) de lo que ha sucedido. La primera pregunta: ¿Hay miedo o es un acto de valentía?. ¿Hablan de la añoranza de una época que se va o es una mirada limpia al futuro? Mucho me temo que antes de avanzar, algunos querrán retroceder esperando que con ello no van a tener que tomar la decisión de enfrentarse al futuro. En ese caso se engañan. El cambio es inevitable. Disfrazar lo viejo con ropas nuevas no es una solución.

El Príncipe Nikolaus Esterházy odiaba Viena, pero no le quedó otro remedio que volver a ella. La vida campestre que hace tanto bien a algunos (que no sufren sus consecuencias reales) no es buena para todos. El tiempo dirá quien tenía razón.

NOTAS:

  1. Georg August Griesinger, preceptor y diplomático y testigo excepcional de la época, escribió una famosa biografía de Haydn el mismo año de la muerte de éste último. Trató a Beethoven personalmente y tuvo la oportunidad de intimar con Haydn cuando el compositor era tan famoso como anciano.
  2. Actualmente Fertőd, ciudad húngara en la frontera con Austria. El palacio construido en 1760 por el Príncipe Nikolaus Esterházy es conocido como el “Versalles húngaro” y es actualmente una de las atracciones turísticas más importantes de Hungría.
  3. “Nichts mehr” (nada más).

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