David Cameron: el tory que jugó y perdió
El poder de convicción de David Cameron no bastó para persuadir a los británicos a favor de quedarse en la UE. La historia lo recordará por el fracaso de su arriesgada apuesta
Hace poco más de un año, David Cameron (Londres, 1966) conseguía alzarse de nuevo con la victoria en las elecciones de Reino Unido y revalidaba su condición de primer ministro gracias a una mayoría absoluta que las encuestas y sondeos no fueron capaces de predecir. Meses después, anuncia que en octubre dejará el cargo tras cumplir una de sus promesas electorales: impulsar un referéndum para preguntar a los británicos si deseaban que el país siguiera siendo miembro o no de la Unión Europea (UE). Cameron convocó la consulta, pero hizo campaña a favor de una permanencia que solo el 48% de los votantes respaldó, frente al 52% que dio el jueves la espalda a Bruselas y al primer ministro.
En el emocionado discurso que pronunció frente al 10 de Downing Street tras conocerse los resultados, el aún primer ministro afirmaba que Reino Unido necesita un nuevo líder que lo dirija por ese camino de divorcio con la UE que él nunca defendió, aunque todo apunta a que la Historia lo recordará como uno de los artífices del brexit. Para The Economist, el conservador fió a su capacidad de persuasión y credibilidad, esas que hasta ahora le habían funcionado, el resultado de una imprudente votación. Y es que la opción de permitir votar a los británicos sobre la pertenencia del país a la Unión parecía en su día la solución más fácil a problemas como las divisiones internas en el partido tory que, sin embargo, han vuelto a quedar al descubierto.
La sucesión del líder elegido por los conservadores en 2005 para aupar de nuevo a la formación a la victoria y contrarrestar a Gordon Brown, sucesor del carismático Tony Blair, queda ahora en el aire. George Osborne, su ministro de Finanzas y el mejor posicionado durante bastante tiempo para recoger el testigo, queda tocado por su estrecha cercanía a Cameron. La figura del exalcalde de Londres, Boris Johnson, el principal defensor de la salida de Reino Unido de la UE dentro de los tories gana fuerza. Tampoco se puede descartar a otros candidatos como la ministra del Interior, Theresa May –aunque defendió tímidamente la permanencia en la UE–, o al secretario de Estado de Justicia, Michael Gove –que hizo campaña a favor de la salida–. La incógnita no se despejará hasta octubre, cuando David Cameron abandonará su puesto tanto en el Gobierno como en el partido.
El político aseguraba el viernes que no es el más adecuado para ejercer como capitán de Reino Unido en el camino hacia su nuevo destino y aprovechó para hacer repaso a algunos de los logros conseguidos en los seis años que ha estado al frente del Ejecutivo británico y de los que aseguró sentirse orgulloso como la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo, aunque el principal al que se refirió fue la recuperación de la economía –un proceso que no se ha librado de las medidas de austeridad que se extendieron por Europa en la crisis–.
Tiene fama de ser un hombre pragmático y encarar los problemas. Su respuesta a los resultados del día 23 parece corroborarlo
A pesar de los frutos de su gestión, Cameron será probablemente recordado por la celebración de dos referendos históricos bajo su mandato: tanto el que le costó el puesto, como el que en 2014 permitió a los escoceses opinar sobre la posibilidad de independizarse de Reino Unido.
Las promesas de más autonomía en la última recta de aquella campaña sí permitieron a Cameron salvar los papeles en la consulta independentista, donde el sí al status quo ganó con un 55,3% de los votos, aunque la cuestión no quedó zanjada y ya se habla de una nueva votación. Muchos estaban convencidos, también el propio primer ministro, de que la jugada se repetiría y que finalmente la consulta sobre el brexit correría la misma suerte y se giraría hacia la permanencia en la UE.
El político reconocía su fracaso públicamente bajo la atenta mirada de su mujer, Samantha, un pilar fundamental en su vida. Asegura la prensa británica que fue ella la que contribuyó a que el político moderara y modernizara su imagen de clásico hombre inglés conservador. Con ella se casó en 1996 y ha tenido cuatro hijos –el primero, que padecía parálisis cerebral y epilepsia, falleció un año antes de que Cameron se convirtiera en primer ministro–.
Uno de los aspectos más conocidos de su vida es su origen aristócrata y el parentesco de sus antepasados con el rey Guillermo IV (1765-1837) de Inglaterra. Cursó los estudios de secundaria en el prestigioso Eton College londinense y se licenció en Filosofía, Política y Economía en Oxford. Miembro del Partido Conservador desde que terminó la universidad, trabajó siete años en el grupo Carlton Communications, aunque su principal ocupación ha sido la política.
Fue uno de los primeros ministros más jóvenes de la historia de Reino Unido con 43 años y tiene fama de ser un hombre pragmático que encara los problemas de frente sin pensárselo dos veces. Su rápida respuesta a los resultados del día 23 parece corroborarlo.
Según recoge la BBC, el aún presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha calificado en alguna ocasión a Cameron como el compañero que cualquiera querría tener cerca en los buenos tiempos y en los malos. “Confío en él, dice lo que hace y hace lo que dice”. Europa no pensará lo mismo.