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Tribuna
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Más allá del cumplimiento normativo

La gran incógnita sobre la transparencia es determinar si nos encon-tramos ante una moda pasajera o ante una revolución

La crisis global derivada del fin de ciclo económico en 2007 provocó el resquebrajamiento del sistema financiero mundial, dando lugar a numerosos escándalos empresariales y a una profunda quiebra de confianza en el sistema y sus reglas de juego. La sociedad manifestó sistemáticamente en todo el mundo las claras carencias de transparencia en la gestión empresarial, por desgracia, unidas en numerosas ocasiones a falta de ética empresarial. Era, por tanto, urgente tomar medidas para recuperar esa confianza en el sistema como elemento esencial de nuestra convivencia y evitar que estas situaciones pudieran repetirse en el futuro.

Las medidas, en buena parte, han sido tomadas por los reguladores de todo el mundo. En España se han promulgado diferentes iniciativas; la Ley 31/2014, de reforma de la Ley de Sociedades de Capital para la mejora del gobierno corporativo; el nuevo Código de Buen Gobierno de Sociedades Cotizadas; la reforma del Código Penal, que establece la responsabilidad de las personas jurídicas y diversas disposiciones complementarias.

Toda esta batería normativa ha dado lugar a la asunción de nuevas prácticas que han mejorado los procesos internos de las empresas para intentar construir una imagen creíble y sólida. Pero la sociedad va más allá del cumplimiento normativo y espera más. En una economía sostenible en la que prima la colaboración con todos los stakeholders, las empresas han tenido y tienen que continuar abordando una profunda transformación hacia la transparencia como parte de las buenas prácticas empresariales.

Para conseguir esta transparencia es esencial la calidad y fiabilidad de la información financiera y, de forma creciente, la información no financiera ofrecida por las entidades.

En este nuevo entorno, la información financiera se cimienta en pilares como la supervisión y el control, delegados en muchos casos por los consejos de administración en las comisiones de auditoría, cuyo protagonismo, responsabilidad e independencia no ha dejado de crecer y se pone de manifiesto en el nuevo marco. Sin embargo, los grupos de interés quieren entender mejor la situación de la empresa, abarcando no solo sus resultados, sino también hacia dónde se dirigen sus riesgos. El foco pasa así al auditor externo, que, por su conocimiento y experiencia, debe jugar un papel más relevante, proporcionando seguridad (assurance) a la información que las empresas ponen a disposición de terceros y que pueden utilizar para reforzar su transparencia, atraer inversión y diferenciarse de sus competidores.

Adicionalmente, la sostenibilidad de las propias empresas pasa por cuidar no solo los resultados económicos, sino también su relación con el entorno y las personas y en esta línea van los avances en relación al informe integrado, cuyo objetivo es mostrar la relación entre la estrategia, el gobierno y el desempeño financiero con el entorno social, económico y ambiental en que opera la compañía.

Un buen ejercicio de transparencia se debe desarrollar en todos los estamentos, procesos de gestión y de ejecución de las organizaciones, siendo un paradigma que debe ser implementado de forma transversal. Los profesionales que participamos de la realidad de las empresas tenemos la responsabilidad de apoyar este cambio cultural, no solo en grandes corporaciones cotizadas, sino en grandes y medianas empresas que, no por imposición sino por convicción, buscan recuperar la confianza mejorando y ampliando la información que ofrecen al mercado.

La gran incógnita es determinar si nos encontramos ante una moda pasajera basada solo en una sobrerregulación, o estamos ante una revolución en los modos y en la forma de gestionar las transacciones y la relación con el entorno. Los fraudes y escándalos siempre han existido y, por desgracia, existirán. La regulación los dificulta pero no los impide. Siempre será insuficiente. El cambio tiene que ser más profundo y debe ir más allá para conseguir llevar al conjunto de la sociedad el cumplimiento de un código ético de conducta y, en definitiva, la asunción de un conjunto de buenas prácticas en los negocios que sean capaces de construir una relación transparente que genere la confianza como factor esencial del funcionamiento de los mercados.

Dentro de pocos años las empresas de éxito serán las que han construido sus relaciones desde la transparencia y empezarán a recoger los frutos en forma de rendimientos, evidenciando que invertir en transparencia es rentable tanto a corto como a medio plazo.

Alfonso Osorio es presidente de BDO.

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