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Viajes submarinos

En las profundidades del Caribe y el Atlántico

República Dominicana sumerge a los visitantes en sus mejores puntos de buceo recreativo, una travesía marina inolvidable en entornos protegidos extraordinarios

El Banco de la Plata, con sus ballenas jorobadas.
El Banco de la Plata, con sus ballenas jorobadas.José Alejandro Álvarez
Denisse Cepeda Minaya

Una mezcla de curiosidad y miedo. Esa adrenalina traicionera que incita a descubrir los lugares más recónditos, sus misterios, sus leyendas. En esta ocasión, del Caribe y el Atlántico. Pero una vez sumergidos, desnudos ante la inmensidad del mar, atraídos por ese abismo insondable y fantasmal, aflora ese temor a lo desconocido inherente al ser humano.

¿Habrá tiburones? –el gran mito, porque la pesca indiscriminada ha reducido su figura en estas costas–, se cuestiona en pleno océano. Y, de repente, entra en pánico y lo único que desea es volver a la superficie. El cuerpo reacciona y lo expulsa al exterior frenando en seco la travesía, como buen principiante. ¡Pero si solo es una práctica de buceo recreativo!, repite para sí. La emoción vuelve con la segunda inmersión, que ahora será continua durante una hora.

Sorprende la eclosión de colorido y diversidad pese a la sobrepesca y especies invasoras

República Dominicana es una isla ideal para el buceo, practicable todo el año. Buen clima, cálidas aguas cristalinas y una espectacular riqueza de arrecifes de coral están entre sus principales atractivos.

Apenas zambullirse, sorprende la eclosión de colorido y biodiversidad de su flora y fauna, pese a la sobrepesca y el anclaje de especies invasoras que amenazan su subsistencia. Proponemos cinco puntos que no puede dejar de visitar, atendiendo a la diversidad, abundancia, visibilidad y facilidad de las instalaciones y equipos de apoyo.

Una ruta recomendada por entidades conservacionistas, como Reef Check República Dominicana, el grupo de buceo recreativo Barracudas o escuelas como la Golden Arrow del francés Denis Bourret, afincado en el país, que además de promocionar el turismo sostenible fomentan la preservación del entorno.

El recorrido comienza a 20 kilómetros de Santo Domingo (capital del país), en el municipio de La Caleta, próximo al Aeropuerto Internacional de Las Américas (AILA). Declarado Parque Nacional Submarino y considerado por los expertos entre los cinco mejores lugares de buceo del Caribe, con 15 puntos identificados, cuenta con una gran variedad de crustáceos, como centollos, y peces, entre ellos pargos, loros y tipo mariposa, cofre y flauta, con tonalidades en verde, amarillo, azul y rojo intensos.

Los arrecifes de coral de La Caleta.
Los arrecifes de coral de La Caleta.José Alejandro Álvarez

Aunque también podrá contemplar a las temidas barracudas y al pez león, omnipresente en todo el territorio con su cara de borracho impasible, aletas amenazantes y voracidad aplastante, describen los Barracudas, que colaboran con Reef Check en el control de esta especie foránea. Seducen también las cuevas, barcos hundidos y el desove sincrónico de los corales a finales de agosto y hasta septiembre, un espectáculo nocturno único de su fecundación que atrae a peces de menor tamaño.

Los fines de semana, atletas y triatlonistas se vuelcan en masa para nadar libremente, mientras que los martes y jueves son idóneos para el remo sosegado. Vaya a la tienda Carey, donde le atenderá Clara (como se la conoce) y aproveche las ofertas que tiene durante estos dos días en el alquiler de kayaks.

Aquí le esperan también los populares guías Tito, Morenito, Kikito y Papito, unos viejos lobos de mar que conocen La Caleta como la palma de sus manos. Con sus yolas rústicas, desvencijadas y una amabilidad desbordante, transportan a los buzos hasta el punto de inmersión, los esperan y los traen de regreso. Es el caso de Tito, que lleva 11 años dando este servicio por 1.600 pesos (unos 30 euros).

Este antiguo pueblo de pescadores del este (Higüey), absorbido hoy por el concepto hotelero del todo incluido, destaca por sus diáfanas playas de azul turquesa y arena blanca fina. Un rincón peculiar por sus grandes jardines coralinos, vistosos erizos y caballitos de mar.

José Alejandro Álvarez

Pero si quiere ir en busca del tesoro perdido, acompañado de un guía experto, podrá explorar los resquicios más íntimos de dos buques naufragados y convertidos tras su hundimiento intencionado en arrecife artificial. Se trata del Atlantic Princess y el St. George, donde barracudas, morenas, anguilas, meros y carites se desplazan entre sus cubiertas y hélices.

Parada obligada es la isla Catalinita, un parque natural protegido al que se accede en barco, con acantilados y zonas rocosas singulares y una pendiente que va desde la playa hasta un vergel de fauna y corales situado a unos 100 metros de profundidad.

Predominan el sargento mayor, un pez de rayas negras sobre un cuerpo gris matizado de amarillo, y el colirubia, gris sobre amarillo. Recomendado además para el buceo a pulmón o con snorkel, al poseer arrecifes poco profundos. Los mapaches y liebres salvajes que se avistan a veces en el lugar dan un toque exótico a este hábitat sereno.

Rumbo al noroeste, a unos 320 kilómetros de Bayahíbe, está el municipio de Las Galeras, en Samaná. Para los Barracudas, el punto de mejor buceo por su exuberante vida marina y naturaleza salvaje. Un refugio de paz adecuado para el buceo familiar por la quietud de sus aguas atlánticas cristalinas, fondo visible y costa no muy honda.

Justo en La Playita, el punto de partida, hay dos centros de buceo, PlayitaSub y Las Galeras Divers, con los equipos necesarios para grupos de seis personas. No se preocupe si es un aprendiz, esta escuela tiene cursos para usted, así como licencias para los independientes y permisos para los expertos.

Se logran ver jardines y laberintos de coral vivo, cuevas, paredes de rocas, barcos hundidos, tortugas carey, barracudas gigantes, atunes, loros, meros, tiburones gata y rayas águila. Aunque en esta aventura submarina de extraordinaria belleza le espera también el popular Cabo Cabrón, una torre de coral a 55 metros de profundidad.

En el otro extremo de la isla, pero en el noroeste atlántico, se sitúa Montecristi. Famoso por el submarinismo histórico, es el punto más completo, según Rubén Torres, presidente de Reef Check, porque alberga bajo su superficie el arrecife más grande del país y por la facilidad a la hora de alquilar los equipos de apoyo.

Los vistosos corales de Montecristi.
Los vistosos corales de Montecristi.José Alejandro Álvarez

Una inmersión entre grandes muros de roca y coral de color intenso brillante: morados, grises, naranjas, blancos, y donde podrá apreciar, como novedad, barcos de vapor y 15 galeones hundidos de los siglos XIV, XVI y XVII a lo largo del museo subacuático –Los Cañones, Tebo, Los Perfumes, Bola de Mosquete y Los Ladrillos son algunos de ellos–.

Las opciones son amplias: buceo superficial, profundo y nocturno, saliendo desde Los Cayos Siete Hermanos, unos islotes deshabitados en 30 kilómetros cuadrados, declarados área protegida y rodeados de manglares y flora silvestre.

Al estar resguardados, a diferencia de los sitios anteriores, se puede practicar este deporte aun cuando hay viento y fuerte oleaje. No puede abandonar la región sin antes zambullirse en el Banco de la Plata, un santuario de ballenas jorobadas protegido por un arrecife próximo a Puerto Plata, a dos horas y media de Montecristi.

Cerramos el recorrido en Pedernales, el sur profundo caribeño, frontera con Haití. A poco más de cinco horas por carretera desde Santo Domingo (300 km), ya que solo hay autovía en los primeros 80 km. De ahí la sensación de viajar al fin del mundo, a un sitio de contrastes, no solo por su paisaje desértico –que recuerda al del cabo de Gata almeriense–, sino también por la pobreza que impera –casas de madera con techos de zinc o palma–, que evocan a África.

Pero con un capital medioambiental descomunal, completamente virgen, que está hoy en peligro debido a los planes de desarrollo turístico en agenda cerca de su costa más emblemática, Bahía de Las Águilas.

José Alejandro Álvarez

Aquí, en este edén terrenal aislado, de poco más de siete kilómetros de playa, perteneciente al Parque Nacional Jaragua y al que se llega en bote, disfrutará de una experiencia extraordinaria. Pese a que carece de centros de buceo (debe llevar su equipo), distinguirá el buen estado de salud de su fondo marino.

Un chapuzón en la orilla y recibirá la bienvenida de una variedad de peces, como los lenguados camuflados en la arena, cangrejos ermitaños o familias de estrellas de mar; y en el exterior, las tortugas carey e iguanas verde, ambas en riesgo de extinción.

Ya en lo profundo, manatíes, tiburones gata, camarones y grandes formaciones de coral con pasadizos secretos que simulan una pequeña catedral. Sin olvidar la transparencia de sus aguas, entre las más cristalinas del mundo, que favorecen la visibilidad y garantizan una excelente inmersión.

Una corriente deliciosa, a veces inquietante, que mece con la cadencia y el jaleo de un buen merengue. Solo, con amigos o familia, novato o no, déjese arrastrar por el abismo y descubra un Caribe y un Atlántico pletóricos de vida.

José Alejandro Álvarez

Guía para el viajero

Cómo ir. Iberia ofrece vuelos desde 540 euros, aunque a partir de julio y agosto será desde 800. Otra opción es Wamos Air, desde 600 euros, pero solo aterriza dos veces a la semana en Punta Cana (lunes y jueves) desde Madrid. Ya en la isla, alquile un todoterreno.

Dónde dormir. En el municipio de Boca Chica, en Santo Domingo, a 10 kilómetros de La Caleta, está el Be Live Experience Hamaca Garden, del grupo Globalia; desde 59 euros por noche. En Montecristi, el hotel recién reformado El Cayito Beach Resort, desde 40 euros por noche en habitación doble (www.cayitobeach.com).Y en Pedernales, el pequeño hostal familiar Doña Chava, www.donachava.com, desde 19 euros por habitación.

Dónde comer. Desde los más caros, en Boca Chica, los restaurantes Neptuno, Boca Marina y Pelícano, hasta los más baratos, no deje de ir a los chiringuitos que venden pescado frito con tostones y el típico long play o yaniqueque –una torta frita crujiente de harina de trigo–. En Las Galeras, impresiona el restaurante El Cabito (Elcabito.net).

Equipos de apoyo. La escuela Golden Arrow, en Santo Domingo, ofrece paquetes todo incluido –dos buceos, equipo completo, transporte y entrada a La Caleta–, desde 120 dólares por día (107 euros). Más opciones, en Cavediving.com.do.

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Sobre la firma

Denisse Cepeda Minaya
Periodista especializada en energía, medio ambiente, cambio climático y salud. Máster en Economía verde y circular por el Inesem y Máster en Periodismo por la UAM/El País. Con más de 20 años de experiencia en periodismo económico. Anteriormente trabajó en República Dominicana como reportera de economía en los periódicos El Caribe y Listín Diario.

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