El gran valor de las empresas pequeñas
El índice de pequeñas empresas cotizadas subió en Bolsa en 2015 casi un 7%, mientras que el índice de las sociedades más grandes y más líquidas descendió en parecida proporción. Este comportamiento tan divergente solo es una pista sobre cómo pueden influir en las cotizaciones y en los negocios la estructura funcional y geográfica de las empresas. Las grandes sociedades están más expuestas que las pequeñas a los mercados exteriores y tienen que encajar la variabilidad de las divisas tanto para bien como para mal, mientras que las pequeñas operan fundamentalmente en el mercado local. Esta circunstancia les proporciona la ventaja adicional de que el crecimiento de la economía española las ha impulsado por encima de la media, pues muy pocas economías, sobre todo entre las maduras y las emergentes, han logrado crecer más que la española en los últimos trimestres. Por añadidura, el índice de las grandes empresas en Bolsa, el Ibex, tiene una composición muy intensiva en empresas financieras y muchas de ellas de muy gran tamaño, lo que ha condicionado la evolución en los últimos años, dado que la banca no termina de superar los problemas de recapitalización cuando tiene que encajar de nuevo el estrechamiento del margen de intereses que está dañando su negocio.
Con todo ello, en el mercado español hay un sinnúmero de pequeñas empresas muy bien gestionadas, muchas de ellas de carácter familiar, con muy poca deuda y negocios oligopolísticos que son unas valiosísimas apuestas de inversión para los particulares. Pero tratándose de compañías de muy pequeño tamaño, los inversores particulares deben asesorarse de forma intensa antes de tomar decisiones de inversión, ya que a los riesgos tradicionales del mercado se añaden en estos casos otros muy particulares que no hay que despreciar. Hay que tener en cuenta que en muchos casos son empresas con muy poco seguimiento por parte de los analistas financieros de su negocio, lo que limita las posibilidades de conocimiento exacto de su situación, y suelen colocar en el mercado una franja muy corta del capital, lo que supone que tienen muy poca liquidez, y que una venta o compra de un significativo número de títulos puede ser porcentualmente muy abultada y provocar una volatilidad no deseada en el valor.
Pero el tamaño también aporta atributos cualitativos importantes, tales como que los pequeños suelen adelantar los movimientos de los ciclos económicos,y pueden ser objeto de operaciones de compras corporativas, con las consiguientes primas para los accionistas. Además, es común que se trate de empresas de carácter familiar en muchos casos, lo que les proporciona también un conocimiento del negocio importante y una estabilidad a la inversión de la que carecen empresas en las que el capital está muy difuminado y con fuerte presencia de fondos de inversión. Las empresas de estas características son muy variadas en España y, aunque con una amplia horquilla de tamaño y capitalización, tienen presencia en casi todos los sectores, desde el agroalimentario (Ebro Foods o Viscofan), componentes del automóvil (Cie Automotive), celulosa y papel (Miquel y Costas), logística (Logista) o turismo (Meliá Hoteles), y casi todas disponen de un componente cíclico muy pronunciado y llevan dos o tres años de avances sostenidos en ventas y beneficios, y por ello, en sus cotizaciones. Además, en muchas, salvo las que tienen un perfil explícito de empresas de crecimiento, la remuneración al accionista es uno de los argumentos a considerar para tomar posiciones.
Otra fórmula a ensayar para buscar esas pequeñas joyas del mercado, ya sea español o exterior, es la compra de participaciones en fondos especializados en pequeñas empresas, que suelen expandir su radar a mercados de tamaño medio, como el caso de España, o a toda Europa o EE UU. Los gestores de fondos buscan compañías flexibles, con muy poca deuda, con negocios en los que exista algún tipo de barrera de entrada, con control familiar en la medida de lo posible, y que remuneren de forma sistemática. Ese tipo de empresas, elegidas de forma individual o a través de boutiques de inversión, son una de las mejores garantías de obtener buenos retornos en el medio y largo plazo, especialmente para quienes hasta la llegada de los tipos cero apostaban por el depósito tradicional.