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Tribuna
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¿Se puede bajar el precio de la electricidad?

En los últimos meses, muchos consumidores han notado una reducción de su factura eléctrica. El Instituto Nacional de Estadística atribuye el descenso en el IPC a la bajada del precio de la electricidad. Sin embargo, esta caída es solamente coyuntural, ya que se debe a que la elevada pluviosidad ha incrementado la producción hidráulica, y eso ha hecho bajar el precio del mercado eléctrico mayorista. Por ello, aún es necesario acometer reformas que, de forma permanente, reduzcan los costes soportados por los consumidores.

En este sentido, la Comisión Europea está trabajando en dos grandes capítulos. En primer lugar, está reforzando la integración de los mercados eléctricos europeos a través de la ampliación de las interconexiones. La necesidad de ampliar las interconexiones crece según se incrementan las instalaciones que producen electricidad con fuentes de energía renovable, que solamente funcionan cuando hace sol o sopla el viento y que, por ello, necesitan estar respaldadas para evitar posibles desabastecimientos. Dicho respaldo implica poder importar energía a través de las interconexiones o poner en funcionamiento centrales de gas o carbón.

En segundo lugar, la Comisión está trabajando para homogeneizar los mecanismos para asegurar que efectivamente haya instalaciones de generación disponibles para entrar en funcionamiento si no hace sol o viento. La CE inició hace un año una investigación –más bien un estudio comparativo– sobre los mecanismos de apoyo a los generadores en concepto de incentivo a la inversión y a la disponibilidad, así como sobre los descuentos a los consumidores industriales que se declaran dispuestos a reducir su consumo en momentos de muy alta demanda para asegurar la estabilidad del sistema eléctrico. Esta investigación no es parte de un procedimiento sancionador, sino que su objetivo es simplemente aprender de la experiencia de aquellos países en los cuales existen estos mecanismos de apoyo. Dicho esto, en sus conclusiones provisionales ya ha adelantado su preferencia por mecanismos competitivos.

Por otra parte, un elevado porcentaje de las facturas eléctricas se corresponde con costes que, en realidad, son ajenos al suministro eléctrico (es decir, distintos al coste de producir la electricidad y de transportarla hasta los consumidores). Esto ocurre porque los Gobiernos han utilizado tradicionalmente las tarifas eléctricas como si fueran una fuente de recaudación parafiscal para financiar el coste de políticas industriales, territoriales o de otra índole que, de otro modo, habrían tenido que sufragarse con incrementos en los impuestos.

Este uso de las tarifas eléctricas como instrumento parafiscal resulta socialmente regresivo, ya que la factura eléctrica tiene un mayor peso en la cesta de la compra de las familias con menor nivel de renta. El resultado es el mismo que si se aplicara un mayor tipo impositivo de IRPF a las familias más vulnerables que a las familias con mayor renta.

Para evitar esta regresividad habría que sacar de las tarifas eléctricas los costes ajenos al suministro, trasladándolos a los Presupuestos Generales del Estado o repartiéndolos entre otras fuentes de energía –como la gasolina o el gasóleo– cuyo peso en la cesta de la compra guarda una mayor correspondencia con el nivel de renta. Si no se hace, al menos se deberían explicitar para poder eximir a los consumidores vulnerables de tener que pagar esos impuestos encubiertos. Asimismo, para asegurar la protección efectiva de los usuarios con menos renta, estos deberían ser identificados de forma directa por los servicios sociales y no, como ocurre en la actualidad, dando automáticamente un descuento a todo aquel que tiene poca potencia contratada (lo cual beneficia, sin ningún tipo de lógica, a segundas viviendas, garajes y pequeños locales comerciales).

La reducción en las facturas eléctricas durante estos últimos meses es sin duda una buena noticia, pero para que esta bajada coyuntural se convierta en permanente, el próximo Gobierno deberá sacar de las facturas eléctricas los costes ajenos al suministro.

Cuando, en sus facturas, los consumidores paguen solo el coste de la electricidad que consumen y de las infraestructuras necesarias para llevarla hasta sus casas, no solo se protegerá a las familias de menor renta, sino que se mejorará la competitividad internacional de las empresas españolas, ayudando a crear empleo.

Oscar Arnedillo Blanco es director en NERA Economic Consulting. Jorge Sanz Oliva es director asociado en NERA Economic Consulting.

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